Regnum Christi España

Entrevista | Julia y Javier, padres del P. Ignacio Rubio, L.C.: “Nuestro hijo es un joven de 30 años muy normal que ha dicho ‘sí’ a Cristo y está entusiasmado con su misión”

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Julia y Javier ya eran miembros del Regnum Christi antes de conocerse y casarse. Han tenido siete hijos, uno de los cuales, Ignacio, se ordenará sacerdote el 24 de abril de 2021, la víspera del Domingo del Buen Pastor.

Hemos hablado con ellos, y nos han comentado cómo han vivido la relación con su hijo a pesar de la distancia, qué le aconsejaron cuando se supo la realidad del fundador, cómo ven ellos su fecundidad matrimonial o qué se necesita para dejar ir a un hijo al seminario menor a descubrir su vocación. Al respecto no descartan tener fe y generosidad, pero también ‘bastante locura’, la cual “solo se explica por la asistencia del Espíritu Santo”.

 

¿Qué les diríais a unos padres de familia con un hijo pequeño que manifiesta en las cosas de Dios y que siente cierto interés por el sacerdocio?
Javier Rubio: Depende de lo pequeño que sea. Lo más importante es detectar si es un verdadero interés. Yo les diría a los padres que lo consulten con su director espiritual y que si ven que es un verdadero interés por las cosas de Dios que lo pongan delante de Cristo en el Sagrario y Él les va a ayudar a tomar la decisión con toda seguridad.

 

Julia Hípola: Les diría que lo vieran con naturalidad, sin agobios y poniéndolo en manos de Dios

 

El P. Ignacio, con su madre Julia
El P. Ignacio, con su madre Julia

Vuestro hijo Ignacio nos cuenta en una entrevista que desde pequeño sintió la llamada a ser sacerdote. ¿Cómo recordáis aquellos momentos de su infancia?
Javier: No le dábamos mucha importancia porque tenía varios antecedentes en la familia y en el ambiente en el que se movía desde muy pequeño era una vocación natural. Pensábamos que lo sentía un poco influido por ese ambiente.

 

Julia: La verdad es que al principio no lo tomé muy en serio. Yo tenía unos tíos sacerdotes a los que veíamos mucho y me parecía natural. Quiero decir si hay médico en la familia los niños quieren ser médicos…. También en el colegio veía a los sacerdotes legionarios, a los de nuestra parroquia de Sta. María de Caná. La del sacerdote era una figura habitual en su vida ordinaria.

 

¿Qué es lo que más se necesita cuando aceptas que tu hijo vaya a un seminario menor: fe, generosidad, un puntito de locura…?
Javier: Una mezcla de todo. Fe porque debes abandonarte en las manos de Dios. Generosidad porque siendo tan pequeño cuesta mucho a toda la familia el distanciamiento y el desprendimiento. Bastante locura que solo se explica por la asistencia del Espíritu Santo.

 

Julia: Yo creo que necesitas que Dios te dé luz para ver su llamada en lo que puedes creer que es un capricho de un niño, y gracia para aceptar su voluntad.

 

El P. Ignacio, con su padre Javier
El P. Ignacio, con su padre Javier

¿Cómo ha sido vuestra relación con Ignacio durante estos años? ¿Hay mucha diferencia respecto a otros hijos a los que los tenéis todo el día en casa?
Javier: La relación ha sido muy intensa pero ha dependido de las diferentes etapas. Cuando estaba en la apostólica necesitaba (necesitábamos) una relación más continua y más cercana. Con las condiciones de las apostólicas de esos años esto no resultaba nada fácil, porque solo se los podía visitar, un fin de semana al mes, y estaban en Ontaneda (Santander) o en Moncada (Valencia). Era bastante sacrificado organizar a toda la familia para poder ir a verlo.

 

En el noviciado, que dura dos años, no se les podía ir a ver (solo una vez al año), pero nosotros nos apuntábamos a las excursiones que se hacían a Salamanca para verle, aunque fuera un rato. Como humanistas (dos años) se les puede visitar con más frecuencia y como estaba en Salamanca le visitábamos una vez al mes más o menos.

 

Después se fue a estudiar Filosofía a Roma y le visitábamos un par de veces al año, a parte de las 2 veces que venía el a visitarnos.

 

Las practicas apostólicas las hizo en Alemania donde estuvo tres años y, después otra vez a Roma a estudiar la licenciatura en filosofía y, después teología.

 

Al margen de las visitas nuestras y suyas, puedo asegurar que la relación con Ignacio ha sido siempre próxima. La relación es diferente a la que se puede tener con otros hijos que viven en casa, con los que puedes hablar todos los días y conoces su estado de ánimo a diario. Ayuda mucho saber que tienes un hijo que está unido con el resto de la familia en la oración, en el Sagrario.

La relación con Ignacio ha sido muy intensa pero ha dependido de las diferentes etapas, pero siempre próxima

Julia: Pues no tan distinta como se puede pensar, porque aunque le podíamos ver poco. Nos escribía y hablábamos por teléfono. Y siempre le he notado muy cerca. ¡Dios suple!

 

¿Qué es lo que más os ha costado de este tiempo? Echando la vista atrás, ¿qué es lo más difícil de todo?
Javier: Lo más difícil es la separación física, sobre todo cuando tenía entre 10 y 15 años.

 

Julia: La separación, era muy pequeño. Siempre contando los días que faltaban para poder ir a verle o que él viniera. Creo que apenas hace un año que he dejado de contar. Pero le veíamos contento y feliz y eso podía más. Aunque cuando llegaban fechas de cumpleaños, santos, Navidad, vacaciones…. le echábamos mucho de menos, pero el Señor da fuerza.

 

Toda la familia del P. Ignacio Rubio, en la boda de uno de sus hermanos
Toda la familia del P. Ignacio Rubio, en la boda de uno de sus hermanos

Todo el Regnum Christi ha atravesado durante los 12 últimos años un periodo de turbulencias, transformación y renovación. ¿Cómo diríais que ha afectado a vuestra visión de la vocación sacerdotal de vuestro hijo?
Javier y Julia: Cuando se conoció lo del fundador nosotros le comentamos que se replanteara su decisión porque, al margen de su vocación al sacerdocio, él había entrado en una congregación en condiciones muy diferentes a las que se acababan de conocer.

 

Creemos que le afectó mucho, como es lógico, pero después de replanteárselo con mucha serenidad, tomo la decisión más madurada de continuar en la Legión de Cristo. No creo que le afectara en su decisión de vocación sacerdotal.

Cuando se conoció lo del fundador le comentamos que se replanteara su decisión porque, al margen de su vocación, él había entrado en condiciones muy diferentes a las que se acababan de conocer

¿Y cuál diríais que es la satisfacción, la gracia, el don más grande qué sentís en vuestra vida al ver que vuestro hijo va a ser ordenado sacerdote?
Javier y Júlia: El sacerdocio de Ignacio es un don de Dios totalmente inmerecido, que nos llena de agradecimiento.

 

Habrá padres que sientan un orgullo enorme porque su hijo haya elegido una determinada vocación, y es lógico, pero yo creo que la vocación al sacerdocio de un hijo no es un orgullo, sino una acción de gracias continuada.

El sacerdocio de Ignacio es un don de Dios totalmente inmerecido, que nos llena de agradecimiento.

¿Qué les diríais a unos padres de familia con hijos seminaristas en la Congregación de los Legionarios de Cristo?
Javier y Julia: Que recen mucho por su hijo y que le apoyen. Para los seminaristas es muy importante el apoyo familiar. Hay vocaciones que se frustran porque los padres no solo no ayudan sino que se oponen a la vocación de su hijo.

 

¿Cómo es, quién es Ignacio Rubio Hípola según vosotros?
Javier y Julia: Un joven de 30 años muy normal que ha dicho ‘Sí’ a la llamada de Cristo al sacerdocio. Entusiasmado en su misión.

 

Ontaneda, Roma, Alemania… ¿No deseabais que alguna vez fuera destinado a Madrid?
Javier y Julia: Claro que deseábamos que le destinaran a Madrid, o a otro destino de España, pero nos importa mucho más su vocación y su servicio a la Iglesia y al Regnum Christi, como sacerdote.

 

Vuestra vocación como laicos del Regnum Christi, ¿cómo pensáis que influye en vuestra forma de ver la vocación sacerdotal de vuestro hijo? ¿Y la vocación matrimonial de los que se han casado?
Javier y Julia: Influye mucho porque desde jóvenes nos hemos educado en un ambiente de respeto a la vocación sacerdotal y a la vocación a la vida consagrada. Dentro de nuestra formación en el Regnum Christi siempre hemos tenido muy claro que la vocación al sacerdocio, a la vida consagrada, a la vida seglar y al matrimonio son igual de respetables y de válidas para la santificación personal, si son la voluntad de Dios.

 

Con sus padres y un hermano, en Roma
Con sus padres y un hermano, en Roma

¿Qué le decís a vuestro hijo Ignacio de cara a la misión que Dios le pone en su camino?
Javier y Julia: Que esté, siempre, muy unido a Cristo con los Sacramentos y en el Sagrario.

 

Haciendo un paralelismo entre el “sí total” que le dan los esposos a Dios al acoger la vocación matrimonial y el “sí total” que le da vuestro hijo a Dios al acoger la vocación sacerdotal, ¿qué le queda ahora por delante? ¿En qué consiste el camino, aunque la vocación sea diferente?
Javier y Julia: Le queda seguir cumpliendo la voluntad de Dios en su vida, a partir de ahora, como sacerdote, con más compromiso y más dedicación y servicio a la Iglesia y a los demás.

Le pedimos que siempre esté muy unido a Cristo con los Sacramentos y en el Sagrario.

¿Él os da consejos, os acompaña de alguna forma especial? ¿Qué pesa más? ¿La relación padres-hijo o la sacerdotal?
Javier y Julia: Pesa más la relación padres-hijo. Ignacio es una persona sencilla y lo que hace en el ámbito familiar es apoyar más que aconsejar. Nos acompaña de una forma muy especial en la oración y, sobre todo, en los momentos más difíciles. Está siempre pendiente de todos, padres y hermanos, pero también abuelos, primos, tíos.

 

Vuestros hijos se van haciendo mayores, casándose, teniendo hijos, ordenándose sacerdote… Veis un aspecto de la fecundidad de vuestra vida. ¿Cómo se vive? ¿Cómo ha afectado a vuestro relación entre vosotros?
Javier y Julia: La verdad es que Dios siembra, Dios cultiva y Dios recoge. Nosotros procuramos no estorbarle, aunque muchas veces no lo conseguimos. La fecundidad es de Dios y le damos gracias por ello siempre. Nuestra relación es fruto del amor de Dios y claro que afectan las vocaciones y las vidas de los hijos. Afecta en una mayor unión, más sincera y de sentirnos instrumentos para la misión que Dios nos ha encomendado como matrimonio.

 

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