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Familia Misionera | Isidro Catela: “La misión no tiene ningún sentido si no transforma a la familia”

LomásRC

Isidro Catela es periodista, doctor en Ciencias de la Información y profesor de la Universidad Francisco de Vitoria; junto a su esposa, la periodista Amparo Latre, y sus tres hijos, participó por primera vez en Familia Misionera, misionando en Burgohondo, Navaluenga y Navalosa.

Él cuenta en esta entrevista para LomásRC cómo en tan pocos días su familia recibió muchos frutos y cómo la forma de evangelizar ha sido diferente a lo que ha podido vivir anteriormente.

 

Isidro, ¿has tenido alguna experiencia de misiones previamente?
Pues son mis primeras misiones en Ávila y con la UFV. Sin embargo, tanto mi mujer como yo sí hemos tenido experiencia en misiones. Ella ha estado bastante tiempo con salesianos y yo con jesuitas en diferentes partes de España y del mundo. Pero aquí en Familia Misionera es la primera vez, y la primera vez con este acento tan específico de misionar en un pueblo estando al servicio de las diócesis. Hemos tenido experiencia con la Iglesia, pero esto es diferente. Yo he estado en Pascuas juveniles, otras más vocacionales, llevando grupos juveniles de jesuitas; y Amparo ha estado en Tierra de Misión… Bueno, España también es tierra de misión, pero me refiero fuera de España. Ella ha estado en Venezuela con salesianos montando radios en la selva.

 

Ávila no es el mejor lugar para misionar a los pobres… ¿Cuál es la verdadera misión en este lugar?
Bueno, la gente que está en Ávila no es gente pobre, pero sí es gente muy sencilla la que hemos encontrado. Quiero recalcar el hecho de cambiar la mirada, no ir a una misión hacia fuera, sino una misión al lado de nuestra casa en Ávila… Yo había estado muchas veces en esta zona de vacaciones, y lo que he experimentado ahora es totalmente distinto. A pesar de toda la experiencia, nunca habíamos estado con ese planteamiento de misión entre nosotros y vemos que nos ha hecho mucha falta. Realmente la misión es dar a conocer la Buena Nueva del Señor y hacerlo presente a la gente de muchas formas. Es un contexto en el que había muchos madrileños y forasteros que triplicaban la población de pueblos muy pequeños y de realidades muy distintas. Hay un núcleo duro que es la gente del pueblo alejada de la Iglesia, que aunque no son muchos, se notaba. Hemos entrado en las casas, hemos llevado la comunión y estado con las personas… Eso ha sido espectacular. Eso de ir casa por casa ha sido lo más peculiar de esta misión.

 

¿Cómo os acogieron las personas del lugar?
Bastante bien. Como he dicho el núcleo duro… estaba en el bar y también hemos ido a misionar allí, sin embargo no me he encontrado con ninguna mala contestación. Hubo alguna ocasión de mal entendido entre uno de los más jóvenes de nuestro grupo y un hombre que les ofreció dinero para que se fueran. Pero los chicos manejaron la situación de una buena manera. En realidad el ambiente fue bastante acogedor.

 

¿Cuál crees que es la actitud con la que hay que llegar a misionar?
La tentación es llegar a “organizar” las misiones, sobre todo en los pueblos con menos presencia de sacerdotes. Tenemos que echar una mano en todo, en algunas ocasiones si nosotros no nos encargábamos, no se hacia. La tentación es ponerte al frente y hacerlo todo, pero yo creo que, aunque en algún momento muy concreto haya que hacerlo, lo que propio es ponerte al servicio de la realidad con la que te encuentras.

 

Les preguntábamos a las personas de los pueblos sobre las actividades que tenían preparadas, y de esa forma nosotros les echábamos una mano. La misión es observar y ponerte en clave al servicio de la realidad eclesial con la que te encuentras. Que la gente no interprete que venimos a imponer algo, creo que esa actitud es buena porque nos hace aprender unos y de otros.

 

Por tu experiencia, ¿podrías decir que es diferente evangelizar solo a evangelizar en familia?
Sí y es una gozada. La primera misión es con tu propia familia y de ahí se va extendiendo hacia fuera. Estas misiones están muy bien planteadas porque no tiene ningún sentido si la misión no transforma a la familia, y creo que lo consigue. Nuestra experiencia con los chavales es que no dejan de hablar de misiones, y ya fuera, en otros contextos, cuesta más ir a la parroquia al lado de casa y además se reza de otra forma.

 

Esta experiencia ha despertado en mis hijos una curiosidad que estaba ahí pero que no estaba tan latente. La primera misión es con la familia, luego hay una segunda familia que son las otras familias misioneras… haces familia con ellas. Eso también es muy bonito porque conoces a otras personas con las que compartes mucho en pocos días. Por último también haces familia con el pueblo. Llegas a una realidad que te toca pesar de ser más variable.

 

¿Qué frutos has podido ver a lo largo de estos días tan intensos que has vivido?
Hubo una experiencia muy bonita con una familia de uno de los pueblos que nos contó una historia de sufrimiento muy fuerte: el padre de la familia tenia un Alzheimer muy avanzado, la mujer se encargaba de prácticamente todo, una de las hijas está vinculada a la parroquia y la otra, en cambio, se encuentra un poco rebotada. A lo largo de las misiones pudimos ver lo unida que es esta familia y lo detallistas que fueron con nosotros. A pesar de que la hija que estaba más alejada de la Iglesia y no participó de los oficios, sí entró un día al templo para dar chuches a los niños. Por lo menos, algo logramos.

 

Tú, siendo periodista y Doctor en Ciencias de la información, ¿podrías decirnos cuál es el rol de un comunicador en misiones?
Lo primero que se me viene a la cabeza es que “la boca habla lo que el corazón rebosa”, como dice el evangelio de Mateo. Son muy importantes las misiones, por supuesto, para lo que he dicho de la transformación personal y familiar. Si no lo vives así, hay algo que te has perdido. Dando por supuesto que eso ha salido, el comunicador tiene una responsabilidad de contar a los cuatro vientos lo que ha visto y oído. Hay que hacerlo, y hacerlo también en los círculos donde uno se mueve, y es un privilegio de poder hacerlo con otros amigos, con otras familias. En las redes sociales, en la universidad con alumnos, suscitando el interés en clase y luego resulta que vienen tres alumnos que han estado en otros puntos de España también en misiones… Yo creo que esa es parte de la misión del comunicador. En esto, comunicadores somos todos, pero lo nuestro es una exigencia por vocación y profesión. Entonces yo creo que para nosotros es misión prioritaria lo que hemos vivido. Comunicarlo de la forma más eficaz y más transparente posible.

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