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Misiones de Semana Santa | La historia de Isidro, el sacristán que impidió la venta de la Virgen de la Encarnación, una imagen querida y venerada en Busnadiego

Isidro nos muestra una columna de la imagen de la Virgen de la Encarnación de Busandiego

LomásRC

Uno de los destinos de las misiones de Familia Misionera esta Semana Santa ha sido Astorga, en la provincia de León. Desde allí los misioneros han visitado muchos pueblos, y entre ellos Busnadiego, de apenas 12 habitantes censados. La periodista Amparo Latre, que acude año tras año con su familia a misionar, nos cuenta la historia de Isidro Rodera, uno de los habitantes de Busandiego que vive “por y para la Virgen de la Encarnación”. Él la rescató de ser vendida a un anticuario. Y ahora la ha devuelto a su lugar y ha conseguido que se restaure.

Amparo Latre.- Cuando los misioneros llegamos a la diócesis en la que pasaremos la Semana Santa y nos instalamos, sabemos qué pueblos visitaremos; en la mayoría de los casos conocemos a las familias con las que compartiremos esos días y sabemos que habrá necesidad de lectores, de personas que canten o habrá alguien enfermo que agradecerá una visita. Suele suceder que tengamos que preparar una Hora Santa o llevar las andas de una imagen que hace años que no procesiona. Para todo ello vamos preparados y mentalizados. Pero lo que siempre nos sorprende, nos conmueve y nos toca el corazón son las historias humanas de las personas que conocemos cada año y que encarnan la Historia de la Iglesia; historias que amplían y enriquecen el relato en el que nos movemos quienes vivimos en una gran ciudad.

 

Son historias como la de Isidro Rodera, sacristán de Busnadiego, que habla al ritmo que le permite la botella de oxígeno que lleva en una mochila a la espalda.

 

Isidro llevando la cruz, al fondo de la imagen, durante el Via Crucis del Viernes Santo
Isidro llevando la cruz, al fondo de la imagen, durante el Via Crucis del Viernes Santo.

 

“Pedid por la Virgen de la Encarnación”

A Isidro le conocimos la tarde del Jueves Santo, cuando íbamos recordando el horario de la misas y los oficios de estos días santos a los vecinos del pueblo. En estos encuentros, solemos preguntar también si alguien quiere que recemos por alguna intención concreta y uno de nosotros -a menudo los niños- se ocupa de anotarlas para que no se nos olviden. La lista suele llenarse de nombres propios, pero en este caso Isidro nos pidió que rezáramos por la Virgen de la Encarnación y por la Hermandad. Buscar el equilibrio entre la pasividad y la indiscreción nos llevó a dejar ahí la conversación.

 

Pero el Viernes Santo, después de volver a este pueblecito precioso de la Maragatería (Astorga) y rezar juntos el Vía Crucis, a todos nos apetecía hablar. Así supimos que Isidro vivía, desde hace años por y para la Virgen. La imagen estuvo a punto de ser vendida a un anticuario, pero él se atrevió a “bajar a Astorga” a hablar con el obispo para que le permitiera ocuparse de la talla de la Virgen de la Encarnación a la que los lugareños tienen una gran devoción. El obispo le dio permiso para que recogiera las imágenes con el fin de que se conservaran en otra iglesia.

 

La Virgen de la Encarnación de Busandiego que recuperó el sacristán Isidro Rodera, antes de iniciar la restauración
La Virgen de la Encarnación de Busandiego que recuperó el sacristán Isidro Rodera, antes de iniciar la restauración.

 

A la espera de la Virgen

Después de peregrinar por varios pueblos de la zona, la imagen por fin ha vuelto al pueblo de Busnadiego y actualmente la están restaurando en un taller de Astorga. Isidro nos la enseñaba con verdadera devoción: “Estos son cuatro angelitos que tenía la Virgen dentro del camarín de la iglesia. Y cuando el señor obispo me dio las imágenes, yo cogí todo lo que había dentro”. Isidro se ha encargado de buscar quién las restaure, y ha encontrado un taller en Astorga que llevan cuatro chicas. Mientras nos lo cuenta, saca más piezas: “Algunos estaban pelados, las alas rotas y han rehecho estas columnas…”. Ahora, Isidro y los pocos habitantes que quedan en Busnadiego están esperando que llegue la Virgen de la Encarnación.

 

Al grupo de misioneros urbanitas y siempre dispersos con mil frentes abiertos, en medio de la rutina, nos conmovió escuchar la historia de este hombre sencillo, pero centrado en lo esencial, que todas las semanas llama “a las chicas del taller” para ver cuándo puede bajar a la ciudad y ver cómo evoluciona la restauración de la Virgen de la Encarnación.

 

Isidro en la sacristía de Busandiego, a sus espaldas, la mochila con la máquina de oxígeno
Isidro en la sacristía de Busandiego. A sus espaldas, la mochila con la máquina de oxígeno.

 

La devoción popular, un instrumento que lleva a Dios

Durante las Misiones de Semana Santa, antes de salir a misionar a los pueblos, lo primero que hacemos cada mañana es tener un tiempo de formación, atendiendo a las distintas edades, para profundizar en lo que se celebra cada día y para aprender a salir al encuentro del otro. Precisamente el Viernes Santo, el P. Jesús Pérez, L.C., uno de los sacerdotes que ha acompañado a nuestra unidad este año nos había hablado de la importancia de las tradiciones y la devoción popular, cuando favorecen la expresión de la fe y se convierten en un instrumento que puede llevar a Dios. La historia de Isidro, con toda su sencillez me ayudó a profundizar en lo que esa mañana habíamos escuchado en la formación.

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