Le hemos pedido que nos cuente cómo está viviendo ella y su familia estos días de confinamiento, y nos deja, entre otras perlas, frases como estas: “Si soy sincera, aún no sé cuál es el plan de Dios en esta situación, pero sé que nos va a hacer crecer en el amor, a unirnos como familia y amar como Él ama”.
Y que gracias al confinamiento, “poco a poco y con paciencia, vamos convirtiendo pequeños roces en abrazos, riñas en risas…”. No te pierdas su testimonio.
Dicen que los planes de Dios no son nuestros planes, estoy totalmente de acuerdo, creo que nunca que se me hubiese ocurrido encerrarme en mi casa durante 30 días para redescubrir a mi familia.
Si soy sincera, aún no se cuál es el plan de Dios en esta situación, pero sé que nos va a hacer crecer en el amor, a unirnos como familia y amar como Él ama. Con esto no estoy diciendo que no salten chipas de vez en cuando, ni que estemos de acuerdo en todo o que lo que más me apetezca en estos momentos sea ayudar a mi hermana a hacer sus deberes, o colaborar en cosas de casa.
Pero creo que la cuarentena está sacando lo mejor de cada uno de nosotros, que nos está ayudando a conocernos en profundidad en todos los aspectos, y que muchas veces por el ajetreo de nuestra vida diaria no nos lo permite, el trabajo, los colegios, la universidad, el carnet de conducir, los amigos, las clases particulares, adoración eucarística, mi equipo ECYD y Reino, mi grupo de coro… todo esto, que echo ahora tanto de menos, la libertad de salir y entrar cuando queríamos…
Hace unos días no teníamos tiempo de conocernos, pero ahora me parece una bendición y un regalo conocer a mi familia en su plenitud.
Es precioso poder ver la expresión de paz en la cara de mi padre al rezar el rosario en familia; ver cómo disfruta mi abuela de que podamos participar con ella de la misa en casa; el regalo de poder consagrarnos todos a la Virgen de Fátima, es impresionante escuchar las carcajadas de mi hermana y ver a Jesús en su mirada; tocar la guitarra juntas o jugar a cartas con mis hermanos, ver una peli juntos, es un regalazo poder pasar las 24 horas con mis cinco personas favoritas en el mundo, porque he descubierto que esas cinco personas, no sólo son mi familia, son parte de mi camino al cielo.
Poco a poco y con paciencia, vamos convirtiendo pequeños roces en abrazos, riñas en risas…
Pero, ante todo, lo único que nos mantiene unidos (a parte del confinamiento obligatorio) es Dios.
Llevamos unos cuantos días en casa y no sé cuántos rosarios en familia llevaremos, cuántas misas a través de la pantalla, cuántas pequeñas discusiones y cuantas largas carcajadas, no sé cuántos días nos quedan… sólo puedo decir que bendita cuarentena que me ha hecho descubrir que el que hace grande mi familia, se llama Cristo y vive en nosotros.