- Sentimos la necesidad de acompañar y despertar procesos espirituales en la vida de estas personas, para que no se apague la vela de este primer encuentro
- Los adultos son plenamente conscientes del motivo por el que quieren recibir el sacramento: Dios es el único camino
- Lo que se busca es que la persona esté abierta al encuentro personal con Cristo
Ambas son coordinadoras de catequesis de confirmación en el Regnum Christi de Barcelona para todos aquellos adultos que quieren darle ese sí a Dios y fortalecer su fe recibiendo los dones del Espíritu.
María ha compartido con nosotros su experiencia y nos ha contado que esta iniciativa surgió tras ver cómo muchos adultos se acercaban a Cristo tras los retiros de Emaús y se preguntaron qué estarían necesitando todas esas personas que recibían un primer anuncio y descubrían el Amor de Dios. Todos tienen algo en común, dicen Ana y María: “la necesidad de afirmar y fortalecer su fe”.
¿Cuántos años lleváis preparando grupos de catequesis de confirmación para adultos?
Este será el tercer año de funcionamiento del Curso de Catequesis de Confirmación para adultos, y la iniciativa surgió a raíz de los Retiros de Emaús que se celebraban en el Real Monasterio de Santa Isabel desde hacía unos años. Nos comenzó a asaltar una preocupación: ¿qué va a pasar con todas esas personas que reciben un “primer anuncio” y descubren el Amor de Dios? Algunos nunca fueron católicos y ahora lo son y otros ‘nacieron’ como católicos, abandonaron la Iglesia y al cabo del tiempo han regresado a ella, pero todos, unos y otros, tienen algo en común: la necesidad de afirmar y fortalecer su fe.
Sentimos la necesidad de acompañar y despertar procesos espirituales en la vida de estas personas, para que no se apague la vela de este primer encuentro, para que su fe arraigue y tenga significado.
¿En qué consiste vuestro trabajo?
El trabajo del catequista es evangelizar y no sólo en la Iglesia, somos catequistas las 24 horas del día. Nuestra labor no se limita a transmitir unos conocimientos, sino que debemos acompañar y compartir vida con los catecúmenos, involucrándonos en sus problemas, sus dudas, sus alegrías, sus logros y, sobre todo, escuchándolos. Intentamos mantener un trato directo con cada persona, incluso después de haber recibido el sacramento de la confirmación, acompañándoles en su proceso de formación, ayudándoles a madurar en la vida cristiana y a caminar hacia Dios.
En el terreno práctico coordinamos toda la organización del curso, inscripciones, material, ponentes… Hacemos grandes esfuerzos, por ejemplo, por traer a catequistas que nos den una charla o testimonio, procuramos que cada sesión la dé alguien diferente, para que sea más dinámico y ameno, pueden ser sacerdotes, consagradas, laicos, etc. Pero siempre personas que hablan de lo que viven y sienten, de lo que creen y de lo que aman. Pues nuestro objetivo no es solo instruirlos en el catecismo de la Iglesia Católica, sino introducirlos en todas las dimensiones de la vida cristiana, ayudando a cada persona a iniciar su propio camino de respuesta a Dios que lo ha buscado.
Nuestro objetivo no es solo instruirlos, sino introducirlos en todas las dimensiones de la vida cristiana, ayudándoles a iniciar su propio camino de respuesta a Dios
¿De dónde encontráis adultos que quieran confirmarse?
Como he dicho antes, la iniciativa surgió para dar un seguimiento o acompañamiento a aquellas personas que habían descubierto el Amor de Dios a través de un primer encuentro o que, tras un tiempo alejados de la Iglesia, habían regresado a la fe. La verdad es que hemos podido constatar que la llamada de Dios llega mucho más allá, nosotros sembramos y Él llama. Es cierto que muchos de los catecúmenos se inscriben al curso tras un retiro de Emaús o Effetá, pero también tenemos padres de los colegios que al ver que sus hijos se van a confirmar sienten el deseo de hacerlo ellos también, personas que han visto casualmente la información en la capilla de Adoración Perpetua y, en fin, de todas las más diversas procedencias y clases sociales.
Nuestra labor no se limita a transmitir unos conocimientos, sino que debemos acompañar y compartir vida con los catecúmenos, involucrándonos en sus problemas, sus dudas,
¿Qué motivaciones tienen los adultos para confirmarse?
Algunos vienen de un proceso de conversión o de reencuentro, aunque no todos, así como también no todos se acercan a la catequesis con la intención de recibir el sacramento de la confirmación, pues los hay que ya están confirmados y que acuden para formarse y profundizar en la fe.
Lo que sí podemos constatar es que, como adultos, son plenamente conscientes del motivo por el que quieren recibir el sacramento, han comprobado que Dios es el único camino y que si Él lo dio todo por nosotros, ¿por qué no lo voy a dar todo por Él? Han sido bautizados, han hecho la Primera Comunión y ahora pueden decidir que quieren reafirmar y confirmar su fe en Jesucristo y seguir su camino. Decir sí supone que ahora me toca a mí, que ahora soy yo el que he decidido dejarse llenar de su gracia, de su dones, pero sobre todo de su amor.
¿Qué descubre un adulto en las catequesis?
Las catequesis están encaminadas a que la persona conozca cada vez más al Señor Jesús, vivo en la Iglesia, llevarlo al encuentro vivo con Él. Para ello, se busca profundizar en los conocimientos de los misterios de la fe, de la vida de sacramentos, enseñar a orar, tanto la oración personal como la oración litúrgica y comunitaria, trasmitir un sentido de pertenencia a la Iglesia, conscientes de ser discípulos misioneros, llamados a participar activamente en el anuncio del Evangelio para hacer presente el Reino de Dios en el mundo.
Las catequesis están encaminadas a que la persona conozca cada vez más al Señor Jesús, vivo en la Iglesia, llevarlo al encuentro vivo con Él
¿Los catequistas de adultos son diferentes a los catequistas de jóvenes? ¿Qué perfil debe tener?
Evidentemente no es lo mismo una catequesis dirigida a niños, adolescentes o jóvenes, que una catequesis dirigida a adultos, por lo que el perfil del catequista no puede ser el mismo.
El catequista ha de ser puntual, amable, prudente, alegre, comprensivo, sencillo, paciente, siempre dispuesto, creativo, etc. Pero sobre todo debe tener un gran amor a Dios, a los hermanos, a la Sagrada Escritura, una piedad auténtica, amor y frecuencia hacia los sacramentos, Fe, Esperanza y Caridad creíbles, Testigo convencido de Cristo resucitado, etc., que transmita y contagie a los demás aquello que vive.
¿Y las catequesis propiamente?
El enfoque de las catequesis también es diferente pues una persona adulta en principio ya parte con un grado de formación intelectual diferente al de un adolescente o joven, y, como acuden a las catequesis con gran motivación y plenamente conscientes de querer recibir el sacramento, ellos mismos muestran un gran interés por autoformarse con el material que se les va facilitando. En las diferentes sesiones se tratan las verdades fundamentales de nuestra fe con temas como “la Creación”, “los Sacramentos”, “los Mandamientos”, “la Encarnación”, “la Redención”, “la Resurrección”, etc., lo que se busca fundamentalmente es transmitir la vivencia de Cristo en nuestras propias vidas, desarrollar los puntos fundamentales para que la persona esté abierta al encuentro personal con Cristo.
¿Qué cambia en la vida de un adulto al recibir la Confirmación?
Hace crecer y madurar la conversión inicial, les ayuda como cristianos a dar un significado pleno a su propia existencia, son conscientes de que reciben la fuerza del Espíritu Santo para seguir a Jesucristo en el día a día, también en los momentos de debilidad y dificultad.
Son conscientes de que reciben la fuerza del Espíritu Santo para seguir a Jesucristo en el día a día, también en los momentos de debilidad y dificultad.
El Papa acaba de instituir el Ministerio laical la catequesis, ¿qué supone para vosotras que lleváis varios años promoviendo las catequesis?
Nos hace más conscientes de la importancia de la labor del catequista dentro de la Iglesia, acompaña, educa y forma en la fe y para la fe.
Ser catequista es una vocación y una responsabilidad, y en una vocación hay siempre una iniciativa de Dios, aunque a veces he de confesar que experimento un sentimiento de incapacidad e insuficiencia. No obstante, junto a la invitación a ser catequista, Dios da la fuerza para responder y superar las dificultades, y por ello doy gracias infinitas a Dios por ayudarme a superar los obstáculos y desalientos en el día a día y me da fuerzas para avanzar.