Cristina Manzoni, laica del Regnum Christi, fue una de las organizadoras y nos ha explicado qué es Yiós: “Es un apostolado que ha nacido dentro del Regnum Christi con la vocación de descubrir para qué hemos sido creados y responder a la pregunta ‘¿Quién soy?”.
Por otro lado, Belén Martín, otra de las coordinadoras de Yiós, nos explica que “Yiós significa en griego ‘hijo’ y hemos elegido esta palabra para proponer una experiencia formativa, pero no sólo eso, sino mostrar la filiación que tenemos escrita en el cuerpo, somos hijos de Dios, hijos amados, muy amados”, ha contado Belén.
Una misma vocación al amor
La temática principal de Yiós es la Teología del Cuerpo de San Juan Pablo II, unas catequesis sobre el amor humano y el matrimonio que impartió al inicio de su pontificado. «Es una riqueza increíble para la Iglesia y para el mundo entero», señala Cristina. Durante el fin de semana, los miembros del equipo han impartido charlas y ofrecido testimonios sobre cómo el amor de Cristo se revela en sus estados de vida. “Descubrimos que la virginidad consagrada y el matrimonio cristiano son dos formas diferentes de vivir la misma vocación al amor”, ha comentado Cristina. Por otro lado, el encuentro ha transmitido que los hijos en el matrimonio son “la sobreabundancia” del amor de Dios, a los que uno se compromete a cuidar “de forma responsable”.
En el equipo organizador de Yiós ha estado conformado por el P. Javier Delgado, L.C., varias consagradas del Regnum Christi de Madrid y Barcelona, y también mujeres laicas, solteras y casadas.
“Durante el encuentro, todos han aportado ideas, creatividad, mucho trabajo, entusiasmo y, sobre todo, la certidumbre que la Teología del Cuerpo necesita ser transmitida y compartida. Su misión era revelar el Amor al que hemos sido llamados”, ha comentado Cristina.
La lógica del dominio frente a la lógica del don
“La Teología del Cuerpo nos recuerda que hemos sido creados, que somos hijos de Dios muy amados y que Él nos ha creado para amar y ser amados”, ha comentado Cristina. Por otro lado, estas catequesis han revelado que originalmente el hombre vivía en comunión con Dios y con su propio cuerpo; el hombre y la mujer veían el uno en el otro el don del Amor de Dios. “Pero ese estado no permaneció y el hombre quebró, con su desobediencia, ese estado inicial y el pecado rompió la comunión con Dios, con el mundo y con su propio cuerpo”, explica Cristina.
Por ello, el hombre y la mujer se alejaron el uno del otro, la mirada sobre el cuerpo propio y del otro, que antes revelaba la imagen de Dios, ahora estaba como enturbiada, y les movía una lógica del dominio muy lejana a la lógica del don.
“El hombre y la mujer no podían amar como al principio, pero Cristo redimió nuestro cuerpo y nuestro corazón. Nos mostró la belleza de la persona, de nuestro cuerpo sexuado, el significado de la diferencia entre hombre y mujer que están llamados a ser una sola carne en el matrimonio cristiano”, continúa Cristina. Este fin de semana ha sido un recorrido para ver que el destino de cada uno es “la comunión eterna con Dios y con su amor”.
Cristina ha reconocido que ha sido una experiencia “maravillosa”. “En apenas dos días, hemos rezamos juntas, adoramos el Cuerpo de Jesús, cantamos, y convivimos. Una parte muy interesante fue la merienda con preguntas de todo tipo y que era preciso aclarar. Pero nos quedamos con ganas de más, de sentirnos acompañadas, con hambre de conocer a fondo esta maravillosa vocación a la que hemos sido llamados”, ha concluido Cristina.
Estamos hechos para amar
Belén ha recomendado esta experiencia a los jóvenes y ha explicado por qué puede ser importante para ellos. “Mirar a la persona tal y como es, reconociendo los signos en la carne, es decir, los significados del cuerpo que nos hablan de nuestro origen, de nuestra realidad herida y de nuestro destino glorioso, coloca a cualquier joven en un camino de verdad y autenticidad”, ha comentado.
También, Belén ha dicho que cuando el joven se da cuenta de que estas enseñanzas responden a lo que anhela su corazón, se pone en marcha. “Es verdad que ha de hacerlo con otros, pero se moviliza. ¡Y es precioso verlos llenos de alegría! Es la certeza de saberse amados y de saber que están hechos para amar y para amar bien. ¡Esto toca a cualquiera!”, ha contado Belén.
Por otro lado, Cristina ha comentado que esta es una experiencia de fin de semana, pero que en verano existe la posibilidad de hacer la misma experiencia más extendida durante siete días de verano.
María: “Es un regalo que se nos ha dado y tenemos que entregarlo al otro”
María ha sido una de las jóvenes que ha recibido esta formación anteriormente y que también ha acudido al encuentro. “He podido recordar y redescubrir todo lo que significó para mí Yiós hace dos años, pero sobre todo he podido vivir de nuevo y mirar con otros ojos esta teología”, comenta.
Una de las cosas que más le ha impactado a María es que ha recibido toda la jornada a través de jóvenes, de madres, de sacerdotes, de consagradas que han conocido una verdad y que “no han querido quedársela para ellos”. “Ellas han querido compartir esta verdad y hacernos ver que es que nuestro cuerpo es la expresión más grande de amor, un amor con el que nos ha creado Dios y con el que libremente quiere que volvamos a él y que tenemos la suerte de que es que nos ha dado la oportunidad de poder vivir ese amor en la Tierra”, ha comentado María.
También ha resumido su experiencia en dos palabras: don y tarea. “Es un regalo que se nos ha dado y que justo por eso tenemos que donarlo y entregarnos al otro”. A la vez ha reconocido que esto implica una tarea. “Supone un trabajo porque todo amor conlleva un sacrificio y Él es el mayor ejemplo de sacrificio que hay, porque por amor se entregó por mí y se entregó por todos”. En este fin de semana, María ha podido afirmar, sobre todo en la última misa que tuvieron, que «me reconozco una enamorada de Cristo”.