Lo hicieron el 14 de marzo, el mismo día que se decretó el estado de alarma en toda España.
En esta entrevista nos cuentan cómo fueron llegando las cancelaciones de los invitados, qué pasó con el viaje de novios y muchos detalles más.
Pero sobre todo brillan unas palabras referidas al Evangelio de la Misa (Mt 6, 25-34), el de los no estar agobiados por la vida y ser como las aves del cielo o los lirios del campo: “Al sacerdote le explicamos que habíamos elegido esta lectura porque en nuestro noviazgo había sido especialmente importante la confianza en Dios y el seguir sus planes y no los nuestros, y era algo que queríamos tener especialmente presente en nuestro matrimonio”, nos comentan.
El sacerdote fue el P. Rafael Pou, L.C., hermano de la novia, y se casaron en Monasterio de Sant Cugat, en Barcelona.
Vosotros teníais fecha y decidisteis no cambiarla a riesgo de que no acudieran muchos invitados. Todo un riesgo social, ¿no creéis?
La verdad es que sí. Pero en nuestro caso, la evolución de los hechos se dio rapidísimo y casi no nos dio tiempo a asimilar lo que iba pasando. Cinco días antes de la boda teníamos que confirmar al restaurante el número de comensales y hasta ese momento nadie nos había cancelado o expresado su preocupación por el COVID-19, y nuestra única preocupación era que pudiesen cerrar la frontera del país al que nos íbamos a ir de viaje de novios. No fue hasta el jueves 12 a media tarde, a menos de dos días de la boda, que empezó el aluvión de cancelaciones, llegando a cancelar en una tarde 30 o 40 personas.
Por suerte para nosotros, el primer día de crisis por las cancelaciones teníamos prevista una adoración con familiares y amigos para rezar por nuestro futuro matrimonio, y fue el momento en el que pudimos rezar y discernir que íbamos a seguir adelante con la boda, aunque tuviese que ser en el jardín de casa con el sacerdote y dos testigos.
¿Puedes explicarme un poco más que era lo importante para vosotros?
Te explico. Durante el viernes por la mañana, seguían llegando las cancelaciones y los que no cancelaban nos escribían para confirmar si la boda seguía en pie. Nos vimos en la situación de tener que hacer un comunicado a todos los invitados para informar de nuestra decisión de seguir adelante y transmitir tranquilidad a los que estuviesen planteándose no asistir.
A las 11 de la mañana habíamos quedado en la finca para reorganizar las mesas tras las cancelaciones. Pero una vez reorganizadas, y ya en el salón colocando los nombres y detalles para los invitados, volvían a producirse tantas cancelaciones nuevas que teníamos que reorganizar las mesas otra vez…
En ese momento decidimos hacer sitios libres en el banquete, dejar de preocuparnos por el número de invitados que iban a venir, la logística, y centrarnos y prepararnos para el paso que íbamos a dar.
Unas horas antes de empezar la ceremonia, a pesar de no haberse decretado el estado de alarma aún, la policía se presentó en el restaurante ordenando un cese de actividad, y sobre las 10 de la mañana nos informaron de que no iban a poder recibirnos.
¿No se os pasó por la cabeza, aunque fuera por un momento, aplazar la ceremonia?
Cuando el jueves tuvimos que decidir qué íbamos a hacer, obviamente una de las opciones fue aplazarla. Principalmente, porque con la situación de incertidumbre, no podíamos valorar la gravedad de la situación. También nos pesaba el desprendernos de la presencia de amigos y familiares que no iban a poder acompañarnos en ese día y nos inquietaba la posibilidad de que pudiese haber contagios entre los invitados. Por ese motivo, también, en el comunicado que hicimos quisimos recalcar que no queríamos que nadie viniese por compromiso con nosotros o angustia ante el contagio, y que libremente decidiesen si querían venir o no.
¿Qué os dijeron en el restaurante?
Los días previos a la boda estuvimos muy en contacto con el restaurante y por ambas partes estábamos decididos a seguir adelante. Unas horas antes de empezar la ceremonia, a pesar de no haberse decretado el estado de alarma aún, la policía se presentó en el restaurante ordenando un cese de actividad, y sobre las 10 de la mañana nos informaron de que no iban a poder recibirnos.
Los invitados que vivían cerca, tras la ceremonia, fueron a buscar mesas, sillas y altavoces y lo prepararon todo
Al comunicarnos que no iban a poder recibirnos en la finca, el padre de Carmen pidió que llevasen la comida prevista para la boda a modo de catering a su casa. Una vez finalizó la ceremonia, se informó a los invitados de que no había convite en la finca prevista y que el que quisiera estaba invitado a celebrarlo en casa de Carmen.
Los invitados que vivían cerca, tras la ceremonia, fueron a buscar mesas, sillas y altavoces y lo prepararon todo mientras nosotros acabábamos con el reportaje fotográfico. Fue muy bonito ver cómo los invitados se volcaban e involucraban en preparar todo para que pudiésemos celebrar la boda y nos sentimos súper acompañados en todo momento. Tanto por los que estaban allí como por los que, aunque no pudieron venir, nos mostraron su afecto con oraciones, mensajes y detalles de apoyo.
A pesar de las circunstancias, pudimos invitar a comer a todos los que vinieron y hacer una fiesta improvisada.
El viaje de novios, claro, también se vería trastocado…
Iba a ser a Sri Lanka, pero dadas las circunstancias tuvimos que cancelarlo. Ahora mismo no sabemos cuándo podremos hacerlo, pero la idea es aplazarlo para cuando toda esta situación haya pasado.
Supongo que, junto a la alegría de casaros, también estaría la pena por no haber tenido entre vosotros a familiares que no pudieran llegar…
Por supuesto. Fue muy duro no contar con muchos familiares y amigos, y ver que ellos también lo estaban pasando mal al tener que tomar esa decisión.
Algo que habíamos escogido tantos meses atrás se había hecho tan presente en la celebración de nuestro matrimonio
Preparando unos meses antes la ceremonia, el P. Rafel nos preguntó por qué habíamos escogido ese Evangelio para nuestra boda (Mt 6, 25-34). Le explicamos que en nuestro noviazgo había sido especialmente importante la confianza en Dios, seguir sus planes y no los nuestros, y era algo que queríamos tener especialmente presente en nuestro matrimonio.
Por ese motivo, en la homilía, el P. Rafael subrayó que algo que habíamos escogido tantos meses atrás se había hecho tan presente en la celebración de nuestro matrimonio. La confianza en que nuestro matrimonio era fruto de los planes de Dios y no de los propios fue lo que nos animó y nos dio también paz para seguir adelante.
¿Y vuestros padres?
Nos apoyaron al 100%. Nos transmitieron que estarían con nosotros decidiésemos seguir adelante o atrasar. Fueron un apoyo muy importante para nosotros.
¿Qué lecciones sacas de esta boda? Se supone que es el “día más feliz de vuestras vidas”…
La verdad es que aunque los nervios y la incertidumbre que pasamos los dos días antes de la boda fueron intensos, una vez pasada la boda, nos dimos cuenta de que gracias a esta situación nos habíamos visto forzados a desprendernos de todo lo accesorio al sacramento: desde cosas como la celebración, la fiesta o el viaje, hasta cosas como tener a ciertos amigos y familiares junto a nosotros.
Esta situación nos permitió centrarnos en el sacramento y en el paso que íbamos a dar. Además, gracias a Dios, tuvimos la gran suerte de que, a pesar de las circunstancias, pudimos casarnos y celebrarlo con muchos familiares y amigos y nos ha quedado un recuerdo inolvidable de ese día.