Cristo de la calle en Bilbao | Goyo: “Un hombre nos dijo que la cena le daba igual con tal de que nos quedáramos a escucharle”
LomásRC
Goyo no es de Regnum Christi, pero participa en Encuentros con Cristo con jóvenes de Bilbao, estudia un Doble Grado de Ingeniería en Tecnologías Industriales+ADE en la Universidad de Deusto, y tiene una clara conciencia de responsabilidad social: “Personalmente participé en Cristo de la calle porque siento un deseo fuerte de hacer la vida un poco más feliz a los demás y de acercar a Cristo a cada realidad de nuestra sociedad”. Y cuando te acercas a las personas que viven en la calle: “Ves a Dios en ellos, y ellos ven a Dios en ti: aprendes a mirar con el corazón”.
¿Por qué has participado en Cristo de la calle?
Todo nació de un compromiso apostólico en el último de nuestros Encuentros, a raíz de una intervención de una amiga, y como dice su palabra, nos comprometimos a ello jajaja… Personalmente participé porque siento un deseo fuerte de hacer la vida un poco más feliz a los demás y de acercar a Cristo a cada realidad de nuestra sociedad.
¿Qué esperas que suceda cuando participas en salidas como esta: cambiar tú, ayudar al otro, hacer presente a Cristo…? Algo seguro que ha cambiado.
Yo siempre creo que este tipo de salidas es un win-win. Tú vas con ganas de alegrarles la tarde y acaban alegrándotela a ti. Son conversaciones puras, sin orgullos ni tapujos, a corazón abierto. Sientes mucha conexión con la otra persona, y te fluyen muchas emociones. No hace falta hablar de Cristo para que ellos se den cuenta de que vas en Su Nombre. Recuerdo una frase de un adulto que decía: “Yo no pierdo la esperanza nunca porque sé que Dios me va a mandar a regalos como ustedes que me alegren la semana”. Ves a Dios en esa gente, y esa gente ve a Dios en ti. En definitiva, aprendes a mirar con el corazón.
¿Puedes compartirnos alguna experiencia de esta primera salida y que te siga resonando por dentro?
En general, fui con una expectativa muy diferente a la luego me traje. Uno va pensando que los mendigos buscan alguien que les ayude económica o humanitariamente (que también), cuando en realidad, como todos nosotros, son mendigos del amor. Al final darles de cenar es una “excusa” para poder hablar con ellos y que se sientan escuchados y queridos. Recuerdo especialmente un hombre que nos decía que “la cena le daba igual con tal de que nos quedáramos a escucharle”. ¡No solo de pan vive el hombre!
¿Qué le dirías a un joven que le gustaría ir pero no lo tiene muy claro por respetos humanos, pereza, miedo…?
Le diría que vergüenza solo para pecar, que se deje llevar por el Espíritu Santo y que haga el esfuerzo de salir a la calle. Que piense que llevar la bandera de Cristo es el mayor orgullo que alguien puede tener. El mundo necesita de cristianos con personalidad que se atrevan a cambiar las reglas del juego. ¡Así que no hay excusa!
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