Miguel, de 21 años, es antiguo alumno de Everest School Monteclaro. Fue miembro del ECYD y lleva un par de años vinculado con el Regnum Christi, sobre todo desde que participó en un campamento de Yiós. En julio de 2024, Miguel ha participado en el Cursillo Internacional de Formadores del Regnum Christi (IFC), una experiencia que le ha marcado profundamente. Se trata de una formación integral que incluye talleres de oración, acompañamiento personal y un curso en cuatro capítulos que incluye estudios sobre antropología cristiana, historia de la Salvación, estudios y tendencias actuales, y también una llamada a la misión. Ha sido “la mayor experiencia de comunidad internacional que haya conocido. Personas de nueve países distintos buscando a Cristo en comunidad”.

¿Qué te motivó a participar en este cursillo tan particular?

Gracias a la Universidad Francisco de Vitoria he tenido la posibilidad de cursar asignaturas de Humanidades que han despertado en mí un deseo de conocer más. Como joven, creo que cada vez el mundo nos pone más difícil descubrir quiénes somos y esto hace muy difícil descubrir cómo ser feliz. A lo largo de este año he podido ir entendiendo cómo la filosofía y la psicología ponen nombre y orientan experiencias que he vivido.

Pero no solo eso. Como católico, creo que nadie nos conoce mejor que el mismo Dios. Por esto quiero que sea Él quien responda a esta pregunta. En un mundo donde cada vez más la Biblia parece un cuento de hadas, ¿no tendrá la palabra de Dios algo que decir de mí? Esta, entre otras inquietudes, es la que me motivó a apuntarme al curso, del cual había oído recomendaciones muy positivas de amigos que lo han hecho en el pasado y que aseguran que precisamente responde a estas preguntas que tenía.

La Iglesia tiene una llamada muy grande a ser el Cuerpo Místico de Cristo para que todas las personas le conozcan

¿De qué manera crees que esta experiencia ha influido en tu formación personal y espiritual?

Creo que esta experiencia me ha marcado mucho personalmente, ayudándome a conocerme mejor. El haber convivido con muchas culturas y personas distintas me ha permitido descubrir cosas de mí que no sabía. Además, haber tenido una experiencia de Iglesia, de comunidad de apóstoles, ha hecho que pueda empezar a conocer qué quiere Dios de mí. No como algo lejano o imposible, sino como una realidad que toca mi vida hoy y ahora. Una misión a la que estamos llamados todos y que consiste en poner nuestros dones en juego en la realidad en la vivimos.

¿Cómo describirías las diferentes experiencias vividas en Roma y en Francia durante el cursillo?

La mayor experiencia de comunidad internacional que haya conocido. Personas de 9 países distintos buscando a Cristo en comunidad. Nunca pensé que podría estar hablando y compartiendo mi fe con una comunidad tan diversa, y mucho menos que esas personas iban a acabar teniendo un impacto tan significativo en mi vida. En estas semanas se han creado lazos muy íntimos y hemos podido descubrirnos todos mirados y valorados en la comunidad.

Gracias a la Universidad Francisco de Vitoria he tenido la posibilidad de cursar asignaturas de Humanidades que han despertado en mí un deseo de conocer más

Dicho esto, que esta experiencia haya sido en Roma y Francia ha sido muy revelador. Poder visitar lugares tan importantes para la historia de la Iglesia y la fe cristiana ha añadido una profundidad única a nuestro curso.

Estar en la ciudad donde se encuentra el corazón de la Iglesia Católica, el Vaticano, fue algo que definitivamente aportó mucho al curso. Visitar la Basílica de San Pedro, rezar el Ángelus con el Papa y recorrer los museos vaticanos nos permitió conectar con la tradición y la historia de la Iglesia de una manera muy tangible. Gracias a esto durante el curso pudimos conectar más entre nosotros como comunidad y entrar más en la dinámica de la que la propia ciudad habla.

Ante la realidad de muchas personas que se identifican con la ideología de género, la Iglesia no ha sido capaz de dar una respuesta auténtica que toque sus corazones

En Francia, peregrinamos por muchos lugares santos, visitando las tumbas de figuras como Teresa del Niño Jesús, en Lisieux, y Margarita María Alacoque, en Paray-le-Monial, a quien se le apareció el Sagrado Corazón de Jesús. Cada sitio visitado nos ofreció una oportunidad para profundizar en nuestra espiritualidad, inspirándonos en la vida de cada santo y acompañados de su intercesión. Estos lugares de peregrinación nos recordaron la importancia de la sencillez y la confianza en el amor de Cristo, motivándonos a seguir su ejemplo en nuestro propio camino de fe.

Gracias a las clases de Marta Rodríguez, pude empezar a vislumbrar una respuesta que sí resonaba en mi corazón. Una respuesta que sí me encaja con lo que haría Cristo. Tras todas las numerosas respuestas que personalmente creo que dejaban mucho que desear porque atentaban contra la caridad o contra la verdad, por fin una parecía encajar.

 

¿Puedes compartir algún momento o experiencia que haya sido especialmente significativo para ti durante el cursillo?

En el mundo en el que vivimos, la Iglesia tiene una llamada muy grande a ser el Cuerpo Místico de Cristo, y esto conlleva una misión muy grande con todas las personas que no le conocen. Aunque no me considero nadie para opinar en este tema, sí creo que ante la realidad de muchas personas que se identifican con la ideología de género, la Iglesia no ha sido capaz de dar una respuesta auténtica que toque sus corazones. Por eso, cuando parece que cada vez más personas se alejan de Cristo yo me pregunto, ¿será que el mensaje de Cristo no es para ellos o es que no estamos sabiendo transmitirlo?

Igual que hemos visto en la historia, en tiempos de necesidad en la Iglesia, Dios siempre responde y habla a través de los santos, y no creo que ahora sea distinto. De la misma forma que tras la revolución sexual apareció Juan Pablo II y surgió la Teología del Cuerpo, yo confío en que ahora surgirá un movimiento en la Iglesia que sea capaz de responder a esta necesidad.