El Belén Viviente del colegio Real Monasterio de Santa Isabel: una tradición evangelizadora que crece cada año con 80 actores entre alumnos, padres y profesores
LomásRC
El proyecto se propuso a un equipo de personas del colegio Real Monasterio de Santa Isabel que, desde el principio, se entusiasmó con la idea. Nos cuenta Araceli que “esa primera edición fue muy entrañable, sorprendente y tuvo una gran acogida e impacto en los corazones de los organizadores, los actores y los visitantes”.
Con los años, el Belén Viviente ha enfrentado desafíos como el cambio de ubicación, la incorporación de nuevas escenas y la interrupción provocada por la pandemia de COVID-19. A pesar de ello, la “familia del Pesebre Viviente” ha crecido constantemente. “Siempre hemos tenido la mirada en crecer, no solo en participantes, sino también en salir de nuestras cuatro paredes y llevar el Pesebre a las calles de Sarrià”, comenta la responsable de este colegio del Regnum Christi.
Un año especial y lleno de novedades
La edición de este año ha destacado por varias razones. “Se ha consolidado el grupo que lo organiza”, señala Araceli, destacando el compromiso de cinco madres voluntarias: Elena, Olga, Elena, Carolina y Teresa. Durante un mes y medio, el equipo se reunió en sus horas de comida para organizar cada detalle: desde comprar decorados y conseguir animales hasta diseñar escenas y vender entradas.
Además, se incorporaron dos escenas nuevas: una introducción impactante y la visita de la Virgen María a su prima Santa Isabel. También aumentaron los pases, pasando de cuatro a seis, con más personas en cada uno, superando los 80 actores entre niños, profesores y padres de familia, además de más de 20 niños en el coro. “Cada escena tiene un narrador que explica la situación, los actores representan la escena y el narrador cierra con una oración o reflexión para preparar el corazón a vivir la Navidad”, explica Araceli.
El evento atrajo a más de 400 visitantes, entre ellos periodistas, el rector de la Parroquia de Sarrià y futuras familias del colegio. Incluso la Fundación Canigó, con la que el colegio colabora en proyectos sociales, se unió a la experiencia.
Un cierre lleno de esperanza
La jornada del Belén Viviente siempre concluye con una cena de pizzas en el comedor del colegio, un momento para compartir anécdotas, comentar sueños y proyectar nuevas ideas para el año siguiente. “El Pesebre Viviente del colegio Real Monasterio de Santa Isabel seguirá creciendo, sorprendiendo y tocando corazones”, concluye Araceli con entusiasmo y esperanza.
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