“Me ayudaba ver que todos queríamos compartir la misma misión y transmitir unos valores buenos. Sobre todo, hice muy buenos amigos y aprendí muchísimos de ellos”, ha explicado. A través de las adoraciones, Javier admiraba a sus amigos “tan concentrados hablando con Cristo” y quería imitarlos. “Para mí, esto es el Regnum Christi: poder tener hermanos que sabes que van a estar ahí para toda la vida. Amigos con los que ir a la adoración o tomar algo, y formar parte de esa familia”.

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