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Escribiendo | El Sol y la Luna, los símbolos de los iconos que nos hablan de la divinidad y humanidad de Jesús, y nos acercan a la Cuaresma

Escribiendo Sol y Luna
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“Escribiendo” es una sección que, de la mano del P. Michael Canzian, L.C., y otras personas, nos adentrará en la liturgia vivida, con Jesús presente en ella, a través de los iconos. El icono que se ha escogido para la Cuaresma y que nos acompañará es el de la Crucifixión. Hoy comenzamos con uno de sus símbolos, que son ventanas directas a esa liturgia: el sol y la luna, situados a ambos lados del brazo corto de la cruz de Cristo. Representan la doble naturaleza de Jesús, que es divino y humano, y enmarcan las tentaciones por las que pasa. A través de ellas, recordamos el camino cuaresmal como un tiempo de profundización, crecimiento y anclaje en Dios y su amor.

¿Qué relación hay entre las tres tentaciones de Jesús en el desierto y los tres pilares de la Cuaresma: oración, ayuno y oración? Nos adentramos en el icono de “La Crucifixión”, el cual contiene el símbolo del sol y la luna. Samuel González, iconógrafo y maestro en este arte del P. Michael Canzian, L.C., nos explica la diferencia: “Estos símbolos representan las dos naturalezas de Cristo: el sol, que brilla con luz propia, nos adentra en su divinidad, mientras que la luna, que brilla reflejando la luz del sol, nos adentra en su humanidad”.

Los pilares de la Cuaresma: la oración, ayuno y limosna están directamente relacionadas con las tentaciones que Jesús tuvo en el desierto. Por un lado, el diablo tienta a Jesús para convertir las piedras en pan (ayuno), poner a prueba a Dios (oración) y con ofrecerle todos los reinos del mundo (limosna).

 

Esto se relaciona con el icono de la Crucifixión, donde aparecen el sol y la luna, porque en el libro del Deuteronomio capítulo 6 está escrito: “Escucha Israel, amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. Vemos cómo en Cristo crucificado se cumple este amor al Padre.

 

La primera tentación, la del pan, está relacionada con el “Amarás a Dios con todo tu corazón”. La segunda está relacionada con “Amarás a Dios con toda tu mente”. Y la tercera se remite a “Amarás a Dios con todas tus fuerzas”.

 

El P. Michael afirma que esto “interpela mi camino cuaresmal hacia la Pascua porque las armas de la Cuaresma son el ayuno, la oración y la limosna”.

 

“Lo que nos ilumina Cristo que ha vivido en las tentaciones nos lo refleja a nosotros en nuestro camino. Un camino de amar a Dios con todo el corazón, mente y fuerzas”.

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