Estos chicos llevan más de 20 años yendo de misiones con Familia Misionera. Con el tiempo, han tenido la oportunidad de unirse a Juventud Misionera, pero siempre han sentido que su lugar estaba con sus padres y hermanos. Cinco de ellos, Ángel, Carmen, Ignacio, Luis Miguel y Mateo nos cuentan su experiencia en este primer concierto.

¿Cómo os sentisteis al subir al escenario por primera vez y tocar música cristiana en vivo en clave de Juventud y Familia Misionera?

(Ángel Catela): Un poco nervioso, pero solo al principio porque era un ambiente familiar. Los que veía delante de nosotros eran familia y amigos. Así que disfruté muchísimo.

(Carmen Osorio): Al estar en el escenario me sentí, por una parte agradecida con Jesús por el don de la música que nos ha dado. Por otra parte, estaba muy tranquila y en paz recordándome tener el foco en cantarle a Jesús y hubo una canción en concreto (“Ya no soy esclavo”) que me toca un montón y fue literalmente como si se la cantara a Jesús. Fue sin duda el momento más especial para mí durante el concierto. También me hizo mucha ilusión y me sentí agradecida de tener al lado a buenos amigos que compartiesen y disfrutasen esa experiencia conmigo.

(Ignacio Ranninger): Era una de las primeras veces que cantaba en público con un grupo y antes de empezar estaba muy nervioso. Nada más subir al escenario se me fueron los nervios y fue como si Dios me ayudara a calmarme para poder transmitir esa fe que llevo dentro a través de la música.

(Luis Miguel): Era la primera vez que me subía a tocar y cantar a un escenario. Y yo siempre he sido una persona muy vergonzosa a la que no le gusta hablar en público. La verdad es que me lo pase muy bien, y en absoluto estaba nervioso. El Espíritu Santo obro en mí de alguna forma. Fue una experiencia inolvidable, y más pensando que pude hacerlo con mi hermana y con amigos con los que comparto la fe.

(Mateo Roca): Me sentí con gran entusiasmo y emoción por compartir con amigos y familia algo en lo que habíamos estado trabajando durante mucho tiempo y con mucha ilusión. Pero sobre todo con ganas de ser instrumento a través del cual el Señor pudiese tocar los corazones.

¿Podrías contarnos cómo ha influido la música en tu experiencia de fe?

(Ángel Catela): Para mí la música ha sido importante siempre. En relación con mi fe, Hakuna ha supuesto, claramente, un antes y un después. Yo asociaba la música cristiana a algo relacionado exclusivamente con la celebración de la Eucaristía y ahora para nada es así. En mi playlist hay canciones de todo tipo, incluyendo canciones religiosas. En los viajes familiares en coche, hace años no habríamos puesto música religiosa. En los últimos años, alternamos canciones de Ed Sheran o Megan Tainor, con Hakuna, Kénosis o Valiván.

(Carmen Osorio): Desde pequeña ha estado presente cantando en Familia Misionera y de hecho me acuerdo que llegaba mejor a las notas de las canciones de misa que al resto de canciones.

Después, en retiros y experiencias de fe que he tenido, siempre han estado acompañados por canciones que me ayudaron un montón a vivirlas y, sobre todo, a hablar también con Jesús.

Y ahora es parte de mi día a día, ya que está claro que el Espíritu Santo habla a través de las canciones y me ayudan a hacer oración.

(Ignacio Ranninger): Para mí, la música es un idioma diferente a los demás en el que puedes expresar de forma tranquila y sincera tus sentimientos a los demás. Puede ser una forma de transmitir la fe a los demás y también una forma de hablar con Dios.

(Luis Miguel): La música para mí es un lenguaje. Es una forma de expresar lo que sientes. Y quien canta, reza dos veces. Y la oración que se crea en base a la música es muy poderosa. Es una forma de hablar y alabar a Dios.

(Mateo Roca): En mi caso ha sido una forma de escuchar y, a su vez, expresarle a Dios lo que yo siento. Ha habido veces que la música (cuando la escucho) me ha trasmitido el mensaje del Evangelio y me ha ayudado a reflexionar o simplemente asimilar lo que Dios me quiere decir. Pero también en adoraciones o en momentos de encuentro a solas con el Señor ha sido un instrumento para expresarle lo que he podido sentir en aquel momento, ya sea para dar las gracias, compartir mis inquietudes o simplemente reconocer la grandeza de Dios.

Por último, me gustaría añadir en algunos momentos de oración la música me ha ayudado a entrar en intimidad con el Señor, pero también resaltaría que la música me ha ayudado a darme cuenta de la importancia del silencio, donde podemos escuchar lo que Dios nos dice directamente a nuestro corazón.

¿Quién ha sido tu mayor inspiración en el mundo de la música cristiana?

(Ignacio Ranninger): Yo creo que mi máxima inspiración en el mundo de la música cristiana fue Hakuna, un grupo que se dedica a transmitir su fe a través de la música a todos los jóvenes, y a mí me llegaron a transmitir su amor por Dios a través de la música. Cuando empecé a escuchar música de Hakuna fue el momento donde más cogí la guitarra y me puse a tocar y cantar. A día de hoy, todavía sigo impaciente por saber cuál será su próxima canción.

(Luis Miguel): Para mí, Hakuna es un referente en este aspecto, ya que son los que más labor han realizado en este ámbito. Pero creo que mi hermana Fátima es la que más me ha transmitido en el canto. Y al final mucho de lo que he llegado a conocer ha sido gracias a ella y a su don.

(Mateo Roca): En primer lugar, yo diría que tienen que estar Tuyo y Luispo que son artistas católicos que a mí me transmiten de forma especial el encuentro con Cristo vivo. También me encantan los grupos católicos como Hakuna, Kénosis y escuchar worship, o alabanza en el coche con mis hermanas.

¿Cómo seleccionasteis el repertorio para el concierto?

(Luis Miguel): El repertorio se seleccionó de forma bastante determinada. Sabíamos qué canciones no podían faltar, y esas fueron las que escogimos. Creíamos que las que más pudieran identificar a las personas jóvenes con lo que dice la canción eran las ideales.

Para mí, hubo dos canciones en las cuales pude sentir el amor de Dios. En primer lugar, me toco cantar “Un segundo”, y nada más empezar e ir avanzando, cerré los ojos y pude sentir a Dios hablándome a través de la canción. Y es que no somos capaces de comprender el amor que Dios tiene por nosotros, y cuantas veces lo rechazamos. Nada más acabar, lloré un poco de la emoción de haber podido experimentar eso.

La segunda canción más impactante para mí fue “Noche”. Y siempre lo he dicho, esta canción no se canta, se reza. La gente de rodillas, pidiendo por todas esas personas que hay en el mundo. Fue un momento espectacular.

¿Cómo ha reaccionado esta comunidad tan especial de Juventud y Familia Misionera en este concierto?

(Ángel Catela): La acogida ha sido buena porque el objetivo era apoyar las misiones y Verano en Familia, que son dos de las actividades que más me gustan de Juventud y Familia Misionera. A mí, personalmente, es algo que me ha hecho mucha ilusión. Con el resto de miembros del grupo, he misionado durante seis años, he compartido días de verano, cumpleaños, oraciones, fiestas… Pero esto es una nueva misión, que nos une de un modo distinto y que a mí, personalmente, me ha hecho crecer mucho.

(Carmen Osorio): Muy bien ya que, sin darnos cuenta, se creó un ambiente muy sano y cuidado durante el concierto en el que se pudo tanto hacer oración como pasar un buen rato disfrutándolo todos un montón.

(Luis Miguel): Creo que este concierto fue una toma de contacto, y que esto solo acaba de empezar. Dios nos está abriendo la puerta a algo muy grande. La gente estaba encantada y creemos que, con ayuda de Dios, esto puede ser una forma de transmitir y vivir la fe. Lo más importante, cuando cantemos, es saber que no somos nosotros, sino Dios es el que está actuando. Y todo es para su gloria y no para la nuestra. Él es el centro de todo esto.

(Mateo Roca): Yo creo que ha sido muy positiva dado que ha significado una oportunidad para que nuestra gran familia se pueda reunir una vez más. El Faith Fest ha sido un encuentro en el que mayores y pequeños han podido disfrutar de una tarde muy agradable alrededor de personas que comparten el regalo de la fe.