«Vivo con la conciencia de que toda la vida se concentra en un encuentro»
Peter Seewald, durante las conversaciones con Benedicto XVI para el libro Últimas conversaciones, le preguntó cómo se preparaba para la muerte. Benedicto XVI le respondió así : «Simplemente en mi meditación: siempre pienso en ello, en el hecho de que nos estamos moviendo hacia el final. Siempre intento prepararme y, sobre todo, estar presente. Lo importante, sin embargo, no es que me lo imagine todo, sino que vivo con la conciencia de que toda la vida se concentra en un encuentro».
El encuentro con una Persona que lo cambia todo
Ese encuentro para el que se prepara del que hablaba Benedicto XVI en la entrevista con Peter Seewald , es el encuentro con alguien que lo cambia todo. En la encíclica Deus caritas est, hay una expresión que ha arrojado mucha luz sobre cómo ser cristiano es una relación con ese alguien que comienza con ese encuentro: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva».
Y «en la puerta oscura de la muerte», esa Persona te dice: ‘No temas, soy yo’
En una carta que publicó el 8 de febrero de 2022, el Papa emérito Benedicto XVI se refirió de nuevo al momento de su muerte: Al pensar «en la puerta oscura de la muerte (…) recuerdo constantemente lo que dice Juan al principio del Apocalipsis: ve al Hijo del Hombre en toda su grandeza y cae a sus pies como muerto. Pero el Señor, poniendo su mano derecha sobre él, le dice: ‘No temas: Soy yo…’. «.
«Tener fe es encontrar a este ‘Tú’, Dios, que me concede la promesa de un amor indestructible»
En el año de la fe, Benedicto XVI fue desgranando aspectos de la misma durante las catequesis en las audiencias generales. Siempre buscaba facilitar el acceso de todas las personas al encuentro con Dios, yendo al fondo sencillo y profundo de las cosas.
En octubre de 2012 dijo: «Tener fe, entonces, es encontrar a este «Tú», Dios, que me sostiene y me concede la promesa de un amor indestructible que no sólo aspira a la eternidad, sino que la dona; es confiarme a Dios con la actitud del niño, quien sabe bien que todas sus dificultades, todos sus problemas están asegurados en el «tú» de la madre».
Benedicto XVI ya ha llegado al encuentro definitivo con ese «Tú», Dios, que promete un amor indestructible capaz de otorgar la eternidad, la vida para siempre.
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