- «En las parroquias que son cabeza de ayuntamiento tenemos todos los domingos Misa. A los pueblos más grandes, intento visitarlos cada mes».
- «Los laicos son quienes avisan al cura de que uno está enfermo, otro ingresado, que otro quiere los sacramentos. Si no fuera así, sería imposible que el cura llegara a todo».
- «El cura no puede estar solo. Ha de tener la compañía de sus hermanos, cueste lo cueste. Los curas que estamos en pueblos hemos de buscar la compañía de otros sacerdotes».
Entre todos no alcanzan los 600 habitantes. Además, su obispo le ha encargado otras tareas no menos importantes: es formador en el Seminario Menor de la Inmaculada, en Ponferrada, a media hora de viaje de sus pueblos, y Capellán en el Colegio Diocesano San Ignacio, donde también estudian los seminaristas menores de la diócesis. A pesar de todo, don Antonio ha sacado unos minutos para atendernos y compartirnos su experiencia sacerdotal. A sus fieles los define como “gentes curtidas, valientes, de fe humilde e íntegra”. Gente agradecida “que quieren al cura, por ser cura. Y de él esperan los sacramentos, sobre todo la Santa Misa”.
¿Cuál es la mayor necesidad que tiene Usted en su día a día? ¿Cómo se organiza usted durante el año?
Mi mayor necesidad en el día a día: el crecer en el trato, en la configuración de Cristo Sacerdote. Mi lema de ordenación es: Gálatas 2, 20: “Vivo pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí”. Esta es mi primera necesidad.
Y una segunda, estar acompañado por otros sacerdotes. El cura no puede estar solo. Ha de tener la compañía de sus hermanos, cueste lo cueste, aunque sea hacer kilómetros y horas de coche. Los curas que estamos en pueblos hemos de buscar la compañía de otros sacerdotes.
Mi mayor necesidad en el día a día: el crecer en el trato, en la configuración de Cristo Sacerdote.
La organización durante el año: mucho más pobre de lo que quisiera. Por tratarse de una zona muy despoblada, casi se reduce a los días de descanso de la gente. En las parroquias que son cabeza de ayuntamiento tenemos todos los domingos Misa. A los pueblos más grandes, intento visitarlos cada mes. Todo con humildad.
Ofreciendo mi presencia, y acudiendo siempre que la reclaman. Lo más necesario de cuidar es la visita a los enfermos.
El cura no puede estar solo. Ha de tener la compañía de sus hermanos, cueste lo cueste
Los laicos son quienes cuidan de los templos. Quienes avisan al cura de que uno está enfermo, otro ingresado, que otro quiere los sacramentos. Si no fuera así, sería imposible que el cura llegara a todo.
¿Cómo describiría a sus feligreses de El Bierzo?
Mis feligreses son gentes curtidas, valientes, de fe humilde e íntegra. Gente que ha luchado en la vida por mantener su fe viva. Muy agradecidos de cada visita que el sacerdote les haga. Quieren al cura por ser cura. Y de él esperan los sacramentos, sobre todo la Santa Misa.
Bueno, y con tanto feligrés y encargo pastoral, ¿cómo es su vida de oración?
Mi vida de oración: muy pobre. Tengo que dar gracias al seminario. La presencia en un seminario regala orden de vida, humana y espiritual. Estoy seguro que será una ayuda para el futuro.
¿Cómo conoció Familia Misionera?
A Familia Misionera, la conocí por el anterior sacerdote que cuidó de mis Parroquias en El Bierzo. Ya con él, desde hacía años, acudían en Semana Santa.
¿Qué cree que va a quedar de esta presencia y colaboración de los misioneros durante el resto del año?
¿Qué ha quedado de la Misión? Mucha gracia. La gente lo agradeció muchísimo. Estoy seguro de que han sido capaces de llevar la gracia del espíritu a los corazones de los que se han encontrado con ellos.