Los peregrinos procedían de Formentera, Castelldefels, Barcelona, Alemania y Roma. Unos aterrizaron directamente en Split y otros recorrieron en coche 2.000 kilómetros para llegar hasta su destino en Bosnia-Herzegovina. Y todos siendo conscientes de que acudir de peregrinación en medio de las vacaciones de verano era todo un reto, especialmente para los jóvenes y las familias que no habían acudido antes a Medjugorje.

Entre los momentos más significativos, la familia Godínez Secades destaca la subida al monte Kricevac: allí las 14 estaciones se distribuyeron entre jóvenes y adultos y “en cada una de ellas leímos las reflexiones del Padre Tomislav Ivamcick y a continuación una familia o una persona en particular realizó una explicación sobre cómo lo leído aterrizaba en su vida. La primera Estación la realizó el P. Manuel y la última monseñor Javier”, nos cuentan.

Una peregrinación sobresaliente

El último día, tras la cena, “propusimos exponer las expectativas que tenían sobre la peregrinación y qué es que lo que se llevaban”. En particular, a los jóvenes y niños se les invitó a que puntuasen del 1 al 10 lo que habían vivido durante estos días. “El resultado dejó un sabor especial a todos los que estuvimos en aquella sala. Todos los jóvenes pusieron una nota que no bajó del 9,5”.

Monseñor Javier Vilanova, en sus conclusiones, dejó una frase para el recuerdo: “Dios y la Virgen se las apañan para que vivamos experiencias que las recordaremos toda la vida. El Reino crece y en Él reina nuestra madre, la Reina de La Paz”.