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Galardón Alter Christus| Luis Alfonso Zamorano: “A quien ha mirado a los ojos de las víctimas, y se ha dejado mirar por ellas, le será imposible vivir de espaldas a su sufrimiento”

Luis Alfonso Zamorano galardón Alter Christus especial, Regnum Christi

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“Quienes sufrieron abusos en contextos eclesiales a veces tienen más difícil recuperar la fe y tener una experiencia de Dios sanadora y liberadora, porque quien abusó de ellos –o quienes encubrieron estos crímenes- eran personas que precisamente (y supuestamente) representaban a Dios, a Jesús”. Así de contundente es el P. Luis Alfonso Zamorano en esta entrevista. Él ha recibido el Galardón Alter Christus por su acompañamiento a las víctimas de abuso y por su compromiso con la prevención y la cultura del buen trato.

Luis Alfonso Zamorano tiene 50 años, es sacerdote de la Fraternidad Misionera Verbum Dei, y posee una destacada trayectoria en el acompañamiento espiritual y psico-espiritual de personas afectadas por situaciones de vulnerabilidad, especialmente las víctimas de abuso sexual. Tiene un máster en Acompañamiento Psico-espiritual por la Universidad San Alberto Hurtado de Santiago de Chile, con una tesis centrada en la “Influencia del acompañamiento psico-espiritual y de la experiencia de Dios en la sanación de las consecuencias del abuso sexual infantil (ASI)”. Esta formación ha sido clave para su labor en la atención de supervivientes de abuso.

 

Es autor de diferente obras sobre el abuso, y actualmente vive en Roma, donde ha sido profesor en el Instituto de Antropología y Derechos humanos de la Pontificia Universidad Gregoriana. También colabora como docente con CEPROME (Centro de protección del menor para Latinoamérica) desde 2019. Además de su trabajo pastoral y académico, ha compuesto y grabado cuatro discos de música católica contemporánea. Muchas de sus canciones han nacido desde el contexto del acompañamiento psico-espiritual.

 

Su vida está orientada a acompañar a víctimas del abuso, y de su experiencia. A pesar del dolor, tiene una percepción optimista: “Creo profundamente que la sanación es posible; es posible dejar atrás el dolor, la culpabilidad destructiva, la vergüenza, los miedos y fantasmas”. Pero también advierte de que cuando el abuso se da en el seno de la Iglesia, “la herida espiritual es muy profunda y es frecuente encontrar un profundo rechazo a la fe, los sacramentos y todo lo relacionado con la Iglesia”.

 

El P. Luis Alfonso Zamorano se hizo presente en el evento por medio de Zoom, pues estaba en El Salvador
El P. Luis Alfonso Zamorano se hizo presente en el evento por medio de Zoom, pues estaba en El Salvador.

 

Su trabajo en el acompañamiento espiritual y psicológico de las víctimas de abuso sexual ha sido una labor clave en su ministerio. ¿Qué le llevó a dedicarse a esta misión tan difícil y a la vez tan necesaria dentro de la Iglesia?

Todo empezó allá por el año 2002, en Chile, cuando comencé a escuchar a testimonios de jóvenes a los que acompañaba y que participaban en nuestras actividades. Me ha gustado leer en la última encíclica del Papa Francisco, Dilexit nos, una cita respecto a qué es lo que inaugura la filosofía. Según el pensamiento de Heidegger, el hecho de filosofar no comienza con un concepto puro o una certeza sino con una conmoción: «El pensar tiene que haber sido conmovido antes de trabajar con conceptos o mientras trabaja con ellos. La primera imagen mental sería la piel de gallina». Esta diría que fue mi experiencia: sentirme conmovido hasta las entrañas ante un sufrimiento atroz y radicalmente injusto y también ante historias de superación y resiliencia profundamente admirables.

Esta diría que fue mi experiencia: sentirme conmovido hasta las entrañas ante un sufrimiento atroz y radicalmente injusto

Hasta el día de hoy agradezco no haber perdido esa conmoción interior. El contacto con estas vidas que habían sufrido la herida del abuso en el seno de sus familias me hizo caer en la cuenta de que estaba ante “un trauma diferente”, ante dinámicas que necesitaba comprender y estudiar para poder así mejor acompañar. No bastaba aquí la buena intención ni una propuesta espiritual superficial. Es así como, al elegir el tema de la tesis del magister que estaba estudiando, me centré en el tema de la sanación provocada por el abuso sexual infantil. Defendí mi tesis en enero de 2010 y ese mismo año estalló la crisis de los abusos en Chile con el conocido caso Karadima.

No hay que confundir la gracia con la magia, como si la sanación pudiera darse sin recorrer procesos insustituibles, pero soy un convencido de que el encuentro con Jesucristo es profundamente sanador

La preparación previa me ayudó a estar cerca de los supervivientes y a ponerme desde el principio de su lado, cuando mucha gente en ese momento lo veía como un complot contra la Iglesia y calumnias de gente resentida y trastornada.

 

Por último, San Alberto Hurtado tiene una frase en la que dice que “si alguna vez se ha mirado a los ojos a de Jesús, será imposible no seguirle, no amarle”. Parafraseando diría lo mismo: “A quien ha mirado a los ojos de las víctimas, y se ha dejado mirar por ellas, le será imposible vivir de espaldas a su sufrimiento y pasar de largo. No puedes hacer otra cosa sino acercarte a vendar heridas y buscar posadas y posaderos (redes) donde se cuide y defienda al hermano malherido”.

 

Ester Pascual entregó el galardón del P. Luis Alfonso
Ester Pascual entregó el galardón del P. Luis Alfonso. Ella es miembro del comité de reparación integral a víctimas de abuso de los legionarios de Cristo en España.

 

En su experiencia, ¿cómo cree que la fe y la experiencia de Dios pueden contribuir a la sanación de las heridas profundas que deja el abuso sexual en las víctimas?

Creo profundamente que la sanación es posible; que es posible dejar atrás el dolor, la culpabilidad destructiva, la vergüenza, los miedos y fantasmas. Es verdad que se resucita con heridas, como Jesús, pero estas pueden “transfigurarse” y convertirse en un manantial de vida, como lo es la herida del corazón de Jesús. Quienes sufrieron abusos en contextos eclesiales a veces tienen más difícil recuperar la fe y tener una experiencia de Dios sanadora y liberadora, porque quien abusó de ellos – o quienes encubrieron estos crímenes- eran personas que precisamente (y supuestamente) representaban a Dios, a Jesús. Además, en la mayoría de los casos, los abusos sexuales están precedidos de graves abusos de conciencia. Así pues, la herida espiritual es muy profunda y es frecuente, entonces, encontrar un profundo rechazo a la fe, los sacramentos y a todo lo relacionado con la Iglesia.

Es una gran noticia que hoy tengamos ayudas a las víctimas, pero todo sería insuficiente sin la conversión del corazón que solo puede dar el tú a tú con las víctimas y supervivientes.

No hay que confundir la gracia con la magia, como si la sanación pudiera darse de forma mágica y sin recorrer procesos insustituibles, pero soy un convencido de que la Palabra de Dios y el encuentro con Jesucristo es profundamente sanador, y de hecho, la propuesta del libro es precisamente ofrecer un itinerario, (que llamo “Theorapia”) de sanación de la herida espiritual a través de la palabra de Dios y los sacramentos.

 

Sin embargo, también hay que decir que muchos hermanos y hermanas salen adelante sin haber tenido una experiencia de fe en el sentido en que nosotros la entendemos, e incluso sin haber ido jamás a una terapia. Su familia, la pareja, la experiencia de la paternidad o maternidad, su orientación vocacional, generalmente al servicio de otros y del bien común, etc., les ayudaron a cerrar heridas y resignificar. En el caso de las víctimas de la Iglesia, será muy difícil (no digo imposible) tener una experiencia de Dios liberadora y recuperar la fe (sobre la que en muchos construyeron su identidad) sin reconocimiento, justicia y reparación. De hecho en el último libro, he querido dedicar un capítulo completo a este asunto.

 

El galardón fue recogido por Policarpo y Rubén, buenos amigos del P. Luis Alfonso, y conocedores de su trab
El galardón fue recogido por Policarpo y Rubén, buenos amigos del P. Luis Alfonso, y conocedores de su trabajo con víctimas de abuso sexual.

 

Su tesis y publicaciones abordan la influencia del acompañamiento psico-espiritual en las víctimas de abuso. ¿Qué enseñanzas o descubrimientos más significativos ha extraído de su trabajo académico y cómo los aplica en su labor pastoral?

Coincido con la mayoría de los psicoterapeutas humanistas en que lo que sana no son las técnicas ni estrategias sino “el vínculo”. En la medida en que el acompañamiento psico-espiritual y, por ende, también la dirección espiritual generan un vínculo sano, con límites claros y explicitados, en un contexto seguro que favorece una confianza lúcida, entonces el acompañamiento puede ser una experiencia profundamente reparadora. También nuestras comunidades cristianas, en la medida que están impregnadas por una cultura del buen trato, pueden ser muy terapéuticas para la autoestima herida de la persona, como mostré en el primer libro “Ya no te llamarán abandonada”.

Todavía tenemos muchas víctimas sin justicia canónica y revictimizadas por la misma Iglesia

Ha pasado casi 20 años en Chile trabajando con personas vulnerables. ¿Cómo ha impactado esta experiencia en su vida personal y espiritual, y qué lecciones cree que son importantes para la Iglesia en su misión de atender a las víctimas de abuso?

Yo volví a España en el 2016 y me encontré con un contexto eclesial muy cerrado y la defensiva en estos asuntos, con un discurso de “eso aquí no pasa”. Me di cuenta de que la Iglesia y sus líderes estaban reproduciendo los mismos errores sistémicos que tanto dolor y escándalo habían provocado en Chile y otros lugares como Australia, Irlanda o USA. Desde mi percepción, era como si no hubiéramos aprendido nada de aquello.

 

Las lecciones son muchas y no hay tiempo aquí para explicarlas, pero diría que está muy bien y es una gran noticia que hoy tengamos oficinas de atención a víctimas, protocolos de actuación claros, manuales de conducta muy explícitos, cursos y talleres orientados a la sensibilización y prevención, publicaciones excelentes, con una reflexión teológica cada vez más comprometida en esta materia, y hasta reformas del código del derecho canónico en materia penal. Sin embargo, todo esto será insuficiente sin la conmoción de la que hablé al inicio, sin la conversión del corazón, que solo puede dar el tú a tú con las víctimas y supervivientes. Nos queda mucho por aprender y convertirnos (yo el primero) y no puede haber lugar aquí para las autocomplacencias. Todavía tenemos muchas víctimas sin justicia canónica y revictimizadas por la misma Iglesia. Se hace necesario instaurar procesos eficaces de justicia restaurativa bien entendida.

 

Luis Alfonso Zamorano dio sus primeros pasos en el acompañamiento de menores
Luis Alfonso Zamorano dio sus primeros pasos en el acompañamiento de menores.

 

Además de su labor pastoral, también ha llevado el mensaje del Evangelio a través de la música. ¿De qué manera ve usted la música como un medio para sanar y acompañar a quienes han sufrido experiencias traumáticas como el abuso?

Cada vez tenemos más estudios científicos del poder de la música en procesos de sanación del trauma y en la recuperación de procesos postoperatorios. La música puede ayudar a poner palabras y sentimientos a esa oración que a veces no se sabe cómo expresar, o a esa palabra de Dios, que musicalizada, puede llegar más fácil al corazón de las personas.

 

Tengo testimonios de personas que me dicen, por ejemplo, que la canción de “¿No estoy aquí que soy tu Madre?” les ayuda mucho a calmarse y serenarse cuando tienen síntomas de ataques de ansiedad o de pánico, producto del estrés postraumático.

 

Recientemente he recibido varios testimonios de personas que les ayuda mucho la canción de “Dejarse, solo dejarse”. Sienten que necesitan aprender a dejarse amar. Esto es muy difícil para muchos supervivientes porque la experiencia del abuso les hizo creer que son sucios y despreciables, culpables de su desventura y, por lo tanto, que no son dignos de ser amados.

 

¿Puede recomendarnos alguna canción suya que hable del tema y que nos ayude a reflexionar sobre el drama del abuso de menores y de personas vulnerables?

Además de las dos que he nombrado más arriba, recomiendo las siguientes:

Por amor a ti: es una canción inspirada en el cántico del libro de Isaías que da título a los libros. Es la promesa que hace el Señor de transformar el dolor “en medicina” y la invitación que se nos hace a no descansar y no bajar los brazos en nuestro cuidado y acompañamiento hasta que pueda ser cumplida en su vida la bienaventuranza hecha a los sedientos y hambrientos de justicia.

 

Una oración diferente: es la súplica a Jesús para convertir nuestras heridas en fuentes de vida y manantiales de agua viva.

 

La revolución de la ternura: como invitación a esa reconciliación profunda con nuestra humanidad, con la fragilidad y pequeñez de nuestra vida: “Del miedo y la violencia, solo la ternura nos rescata… nos devuelve la inocencia y nos desarma”.

 

Y por último, diría que la canción de “Perdónales” es una invitación entender bien qué significa el perdón y a hacer nuestra la oración de Jesús en la cruz, para ser liberados del odio y el resentimiento que solo envenena el corazón y el alma. Todas ellas se pueden encontrar con sus respectivos códigos QR dentro del libro “Te llamarán mi Favorita” y también plataformas como Spotify, Apple music y YouTube.

 

Foto de familia de los galardonados, el obispo auxiliar de Madrid, don Vicente Martí, y el colegio directivo territorial del Regnum Christi
Foto de familia de los galardonados, el obispo auxiliar de Madrid, don Vicente Martí, y el colegio directivo territorial del Regnum Christi.

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