Esta una de las grandes razones formativas y espirituales por las que 87 alumnos de 2º de Bachillerato del colegio sevillano, al igual que de los demás colegios Regnum Christi, peregrinan todos los años a Santiago de Compostela. Una experiencia en donde, “después de un par de años difíciles y justo en el momento de sus vidas en que se les exige optar con decisión y seguridad sobre hacia dónde van a dirigir sus vidas, el símil de nuestro Camino cargado de símbolos y vivencias cristianas profundas sirve, sin duda, para dar luz a esas decisiones”.
Se trata, por tanto, de una actividad formativa y espiritual que el propio director del colegio, el P. Borja Mac Chrohon, L.C., asume en primera persona acompañando a los 87 alumnos de 2º de Bachillerato. Él nos complementa su visión de la actividad como “unos días maravillosos de convivencia y crecimiento en la fe”.
Sal de tu tierra, sal de ti mismo
Angélico Ruiz Morales, otro profesor-peregrino, nos comparte el espíritu de la peregrinación en la se vive como un solo cuerpo y con una consigna: “Nadie debe adelantar a don Julián y nadie iría por detrás del P. Borja”. Los formadores, entre los que también se encuentra la consagrada Mónica Ortiz de Montellano, las profesoras Carmen, Lavinia y María, y el P. Luis Felipe Guzmán, L.C., fueron “inflando los senderos de alegría, buenos deseos, risas, silencios, charlas, cánticos, oraciones…”, de forma que además de “salir de tu tierra, ahora sal de tus esquemas, y sal de ti mismo, para acércate a quien no sueles hacerlo”.
El profesor Rubio también insiste en este punto. Es importante “que se anuden bien fuerte los lazos que unen a los alumnos al colegio donde han pasado casi toda su vida y que descubran entre ellos a aquellos compañeros con los que menos trataron en todos sus cursos en Highlands”.
“Que vean a Dios cuando nos miren”
El inicio del curso de 2°de bachillerato es el momento idóneo para una experiencia como esta que supone una semana completa de desconexión del día a día y de las exigencias del aula. A la vuelta en Sevilla y cargados de tantas nuevas y buenas vivencias, de amistad y de formación para la vida, el curso se afronta mucho mejor. De hecho Angélico nos cuenta que “en la despedida, ante tanta emoción acumulada, se te nubla la vista y solo puedes dar gracias a quien diseñó todo para que allí estuvieras tú. Quisieras detener el autobús y hasta bajarte… Pero entonces quizás no habrías entendido que la vida te espera en otro lugar y que este sueño de seis días, al final, solo tuvo un sentido: hacerte mejor y, como ha explica Lola, una de las alumnas de la promoción, ‘que vean a Dios cuando nos miren”.