Incorporaciones al Regnum Christi | Alberto, de Madrid: “El mensaje es claro, debemos ser los mejores transmitiendo la enorme alegría que es tener al Señor con nosotros”

LomásRC
Alberto es director de Desarrollo de Negocio en una entidad patrimonial inmobiliaria y, también, un apasionado de la música: toca el oboe y el corno inglés en varias orquestas sinfónicas y de cámara. Es aficionado al golf, tirador olímpico y corredor de maratones MTB. Toda una vitalidad que también lleva a su vida de fe: “Ser y formar comunidades de apóstoles es algo que me pregunto muchos días, sino todos. No por lo que supone a nivel del carisma del Regnum Christi, sino por cómo yo puedo aportar a ese apostolado”, nos cuenta en esta entrevista.
¿Cómo conociste el Regnum Christi?
En el año 1993, entré en el incipiente Centro Universitario Francisco de Vitoria, donde me licencié como primera promoción de la entidad en el año 1998. Allí conocí el Reino, pero algo me decía que no era mi momento. Me llamaba la atención, ver aquellos sacerdotes, pero mi fe, estaba en proceso de encontrarse. Posteriormente, y ya recientemente, a raíz de interesarme por seguir estudiando en la Universidad, una persona me dio la opción de conocer el Reino con profundidad. Era Manuel Medina, con quién había tenido mucha relación durante mis estudios, dado que él llevaba las prácticas sociales de la Universidad.
A raíz de ese primer contacto, de forma natural, sosegada y maravillosa, todo ha ido fluyendo. Conocer a un equipo maravilloso, a Ignacio Romero y demás hermanazos, me ha dado la comunidad de fe, que anhelaba, movidos por un mismo fin, aumentando la entrega y la formación. Y, cómo no… el que ha sido mi gran hallazgo en este momento de flechazo espiritual con el Reino, conocer a mi gran guía y director espiritual, el Padre Rafael Pardo, L:C., que siempre ha estado a mi lado en este camino para llegar a Dios. Gracias, por tanto.
¿Quién es para ti Cristo ahora?
En todo este camino de discernimiento, Le he tenido muy presente. Con mi primer encuentro en Emaús, como un Cristo Resucitado, al culmen que supone a día de hoy que Él esté presente en mi vida todos los días y en todo momento, como maestro, amigo y hermano. Por lo tanto, Él lo es todo, Él es el camino para hacer presente el Reino en la tierra, es la verdad, por lo que enseña y es la vida, porque ahora, con conocimiento real de mi historia espiritual, mi vida es ahora plena, y también la de las personas con las que vivo, porque le tengo a Él.
Una de las prioridades del Regnum Christi es la de “ser y formar comunidades de apóstoles”. ¿Qué te dice este término?
Me parece una pregunta maravillosa, y de la que me pregunto muchos días, sino todos. No por lo que supone a nivel del carisma del Regnum Christi, sino por cómo yo puedo aportar a ese apostolado. Creo que el mensaje es claro, debemos ser los mejores transmitiendo la enorme alegría que es tener al Señor con nosotros, pero esos talentos de nada sirven si no llegan a los que necesitan el enorme regalo que supone, y ellos no se encuentran dentro, en nuestro espacio de confort, ellos están en un mundo que les aletarga y les anula la necesidad de encontrarle a Él. La labor de apostolado, no es otra que revelar la Verdad, luchando contra ese mal instalado en nuestro tiempo, y nuestras armas, son tenerle a Él cerca, y conocer en profundidad su palabra.
¿Cómo ves el papel de los laicos del Regnum Christi en su servicio a la Iglesia?
Como no puede ser de otra manera, es una labor necesaria, esencial y responsable. Somos los encargados de materializar en su labor diaria de apostolado, todos los talentos y dones que ha puesto el Señor en el carisma de Reino.
¿Nos puedes recomendar un libro, un pasaje del Evangelio, una canción… que te hable de Cristo y te llene de Él?
Hay dos pasajes de los que estoy enamorado, el primero de San Marcos 9, 30‐37: “Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”. Me habla del apostolado personal. Y el segundo, también de San Marcos 9, 14‐29: “Creo, pero ayuda mi falta de fe”. De que no está todo hecho, y el camino es sinuoso, largo y difícil, pero siempre con Él a nuestro lado. Ambos los tengo muy presentes, en mi vida.
En libros, “Tiempo para Dios” de Jacques Phillipe.
En cuanto a música, quizás, la composición salmódica más conocida del mundo: el Miserere Mei Deus, de Gregorio Allegri. Debilidad musical supongo.
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