Incorporaciones | Ana González Pumar: “Dios me ha llevado y, como me estaba haciendo tan feliz, yo le he ido diciendo que sí”

LomásRC
“Creo que es de las pocas decisiones que he tomado en mi vida que siento que no he hecho porque ‘tocaba’, sino porque Alguien me estaba llamando y me hacía tan feliz que solo quería decirle que ‘sí”. Ana es Sevilla pero ha conocido el Regnum Christi en Madrid en donde se acaba de graduar en Derecho y ADE por ICADE. El próximo curso comenzará el próximo curso el Máster de Acceso a la Abogacía. Dentro del Regnum Christi, forma parte del Consejo de sección y es responsable de un equipo de jóvenes.
¿Cómo conociste el Regnum Christi? ¿Hubo alguna persona o alguna experiencia que te atrajese especialmente?
Me vine a estudiar la carrera a Madrid con algunas amigas que habían ido al colegio Highlands en Sevilla. Cuando llegamos, me dijeron que querían empezar un equipo de Reino. Yo no sabía muy bien qué era; conocía el Regnum Christi de oídas, pero más como un colegio que como un movimiento, y no tenía ni idea de lo que se hacía allí.
Pero sí es verdad que tenía un deseo muy grande de seguir conociendo a Dios y encontrar un “lugar” donde poder hacerlo. Durante la época del cole, iba de vez en cuando a actividades de otros movimientos, pero, aunque me encantaban y me acercaban a Dios, no sentía que tuviese la llamada de quedarme en ninguno. Como que ni me lo planteaba.
Hoy en día asusta mucho la palabra ‘llamada’, pero saber que Dios, me pensaba, me elegía y me llamaba a formar parte del RC ha sido de las cosas que más paz me ha dado en mi vida.
Empezamos un equipo en la sección de Almagro y, poco a poco, fui conociendo el Regnum Christi. Una de las cosas que más me atrajo fue ver a mi responsable de entonces con un “algo” que yo quería tener. No sé qué era, pero sabía que estaba Dios detrás. Además, en esa época también conocí a una consagrada que ha sido mi directora espiritual todos estos años y que, sin duda, ha sido un instrumento de Dios que me hizo querer conocer más el Regnum Christi y, sobre todo, a Él.
Pero, en general, siento que ha sido un camino que se ha dado mucho, como que no lo he forzado en ningún momento, sino que el Señor me ha ido llevando y, como me estaba haciendo tan feliz, yo le he ido diciendo que sí.
¿Cómo vives tu relación con Cristo en el día a día desde tu incorporación?
Antes de incorporarme, recuerdo hablar de este tema con algunos de la sección y muchos no entendíamos muy bien la diferencia entre estar incorporados o no, en el por qué o el para qué. Ya estábamos muy involucrados en la vida en la sección y nos “sentíamos” parte del RC, ¿para qué incorporarnos?
Ahora que me he incorporado, creo que sí hay algo que cambia y que cambia mucho. No sé muy bien cómo ponerle nombre, pero es diferente. Y no porque mi día a día pase a ser distinto, porque no, pero si nos paramos a pensar en lo que realmente es… ¡es pasar a pertenecer a una familia y reconocerlo delante de quienes te quieren, es algo muy fuerte!.
Más que un cambio “material”, me he dado cuenta de cómo Jesús me conoce, me cuida, de lo fiel que es conmigo… ¡Dejarle ser un poquito más el Señor de mi vida!
Y es muy fuerte también, porque creo que es de las pocas decisiones que he tomado en mi vida que siento que no he hecho porque “tocaba”, sino porque Alguien me estaba llamando y me hacía tan feliz que solo quería decirle que “sí”. Creo que hoy en día asusta mucho la palabra “llamada”, pero para mí, saber que Dios, que es quien mejor me conoce y más me quiere, me pensaba, me elegía y me llamaba a formar parte del RC ha sido de las cosas que más paz me ha dado en mi vida.
Por eso, creo que mi cambio, más que “material”, ha sido de conocer un poco más a Jesús: darme cuenta de cómo me conoce, cómo me cuida, de lo fiel que es conmigo… Dejarle ser un poquito más el Señor de mi vida. Y como, eso era lo que llevaba haciéndome más feliz durante estos últimos años, necesitaba simbolizarlo, expresarlo. Al final, las cosas buenas que nos pasan nos gusta celebrarlas y que quienes queremos las conozcan y las disfruten con nosotros. Pues eso era lo que me estaba pasando a mí: Dios se me estaba dando tanto en el Regnum Christi –estaba conociéndome, estaba creciendo, estaba entregándome, estaba disfrutando, estaba descansando, me estaba haciendo tan feliz –que necesitaba “decirlo en alto”.
Una de las prioridades del Regnum Christi es la de “ser y formar comunidades de apóstoles”. ¿Cómo es tu vida dentro de una sección de jóvenes? ¿Qué actividades o momentos destacarías?
La verdad es que he tenido muchísima suerte en la sección de Almagro, porque es una sección llena de vida y que no deja de crecer, no solo en número, que también, sino en lo que significa ser una verdadera comunidad de apóstoles de Cristo. Miro atrás, hace 5 años, cuando llegué…y es una pasada ver lo que Dios ha hecho con nosotros.
Yo voy a la sección los martes y miércoles porque estoy en dos equipos: uno con niñas más pequeñas, donde acabo de empezar este año como responsable, y otro con amigas mías. Es increíble ver cómo actúa el Señor en los encuentros, cómo se da de forma distinta en cada uno, y cómo habla a través de cada una de nosotras. Aunque estemos agotadas o saturadas con mil cosas –que, con el ritmo de vida que llevamos, suele ser lo normal–, siempre se nota que Él está detrás.
He tenido muchísima suerte en la sección de Almagro, porque está llena de vida y no deja de crecer, no solo en número, sino como comunidad de apóstoles
Y no solo en el equipo, sino en toda la sección. Hace unos años creo que ni me planteaba eso de vivir mi fe en “comunidad”; me parecía algo incómodo, incluso me daba un poco de vergüenza. Y ahora, de verdad, que no la entiendo sin muchísimas de las personas que Dios me ha regalado de Almagro. Me paro a pensarlo y es muy fuerte ver cómo el Señor se ha servido taaaaaanto de algunas de ellas para enamorarme… y cómo quiere salir al encuentro de otros a través de mí.
De todas las actividades, destacaría sin duda las que he hecho durante los veranos. En segundo de carrera fuimos de misiones a Perú, en tercero a la JMJ y, en cuarto, de misiones a Canarias. Han sido experiencias muy diferentes, pero todas una auténtica pasada. Y creo que lo han sido porque, al final, no estoy acostumbrada a darle un mes entero al Señor para que haga conmigo lo que quiera. Pero es que, en cuanto le doy lo más mínimo, ¡se me da tanto! Y no porque haya que irse lejos para vivirlo –porque sé que el Señor quiere darse a mí cada día como en esos momentos–, sino porque allí es más fácil no ponerle los “límites” que muchas veces le pongo en mi día a día. Y lo bonito es que lo vivido durante esos meses no se queda allí, sino que se convierte en una especie de recuerdo y “alarma” de cómo quiero vivir mi vida.
Además, lo mejor de estas experiencias es que las he vivido con gente tan buena… ¡que se han convertido en personas muy importantes para mí! Pienso en las misiones de Canarias, que fueron las últimas, y es muy fuerte, porque fue solo un mes, pero dio para tanto… disfrutamos muchísimo, nos conocimos de verdad, tuvimos conversaciones buenísimas y nos reímos tanto… ¡Amistades muy de Cristo!
¿Qué papel tienen ahora en tu vida la oración, la formación o el apostolado?
Creo que, al igual que antes y como le pasa a todo el mundo, sigo viviendo la gran batalla espiritual, tanto en la oración como en la entrega a los demás. Creo que casi todo lo que nos vende el mundo hoy tiende a encerrarnos en nosotros mismos, a que nos cueste salir del “yo, me, mí, conmigo” para dar nuestro tiempo al otro, ya sea a Dios o a los demás. Y a mí eso me pasa todos los días…
Pero también es verdad que, en medio de toda esa fragilidad, siento que Dios se me ha dado tanto, y me ha regalado momentos de felicidad tan plena, que mi corazón ya no se conforma con cualquier cosa. Como que ha probado algo tan grande, que ya no se deja anestesiar fácilmente.
Por eso, veo cómo cada vez necesito más momentos sola con el Señor, más fines de semana para Él; y al mismo tiempo, más espacios para entregarme a los demás y olvidarme un poco de mí. Como he dicho, ¡me sigue costando mucho! Pero siento que es un camino de toda la vida y que, poco a poco, voy dándole más “síes” a todas las invitaciones que Él me hace.
Hace años ni me planteaba vivir mi fe en ‘comunidad’; ahora que no la entiendo sin muchísimas de las personas que Dios me ha regalado de Almagro.
¿Nos puedes recomendar un libro, un pasaje del Evangelio, una canción, que te hable de Cristo y te llene de Él?
Recomendaría sin duda “El Regreso del Hijo Pródigo”, de Henri J. M. Nouwen. Lo leí hace tres años y me sigue sorprendiendo cómo el Señor sigue hablándome a través de él. Se lo recomendaría a todo el mundo, porque realmente creo que toca preguntas y heridas que tenemos todos, aunque muchas veces estén muy escondidas. Recuerdo que, mientras lo leía, pensaba todo el tiempo: “Esto me pasa. Esto también”.
Es muy fuerte porque siento que, por un lado, fue un libro que me hizo enfrentarme a mi mayor fragilidad –descubrir dentro de mí al hijo menor y, sobre todo, al hijo mayor–, algo que dolió mucho. Pero, por otro lado –y creo que esto fue y sigue siendo lo más importante–, descubrirlo, no desde mis propios ojos, sino desde la mirada de un Padre que todo lo perdona, que no juzga, que no echa en cara, que sale a recibir, que acoge, que me conoce a la perfección y, sobre todo, que me quiere tal y como soy porque Él me ha creado así. No sabría cómo decirlo, pero es un libro que me descolocó muchísimo… ¡para bien! Desmontó totalmente muchas de las imágenes que tenía de Dios y me hizo encontrarme con la mirada de un Padre al que solo se le cae la baba con su niña pequeña.
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