Este reconocimiento pretende poner en valor el encuentro que se ha dado entre dos personalidades, judío y cristiano, que han creído en este diálogo y han puesto su amistad al servicio del bien y la belleza. Ambos han sido protagonistas contemporáneos en los importantes avances de los últimos tiempos en el diálogo judío-cristiano.
Kiko Argüello, coiniciador del Camino Neocatecumenal
Ángel Barahona, director del departamento de Humanidades de la UFV y padrino de Kiko Argüello, hizo un repaso por su trayectoria biográfica y cómo, junto a Carmen Hernández, iniciaron juntos el Camino Neocatecumenal en 1964, una de las realidades de la Iglesia católica más importantes surgidas en el último siglo.
Tras recibir el reconocimiento por parte de la UFV, Kiko Argüello reconoció que “en esta situación histórica en la que nos encontramos, creo que debemos ayudarnos mutuamente, cristianos y judíos, a estrechar profundamente nuestros lazos para hacer la voluntad de Dios”. “Todos somos como Abraham, que sale de su tierra sin saber a dónde va: Dios elige a Abraham, le hace una promesa y la Palabra de Dios fecunda, da vida a la historia, la pone en marcha y Abraham debe continuar siguiendo al Señor. Así enseñamos a nuestros hermanos del Camino Neocatecumenal que éste es el camino de la fe: vivir día a día respondiendo a los acontecimientos de la historia, donde Dios se manifiesta”, dijo Argüello.
También, hizo referencia al gran papel que tiene para la relación con los judíos la Domus Galilaeae, centro internacional de formación y retiro espiritual fundado por el Camino en 1999, y situado en la cima del Monte de las Bienaventuranzas, en Israel. “Cada año 150.000 judíos pasan por esa casa para visitarla”, explicó.
David Shlomo Rosen, director internacional de Asuntos Interreligiosos del Comité Judío Americano
Florentino Portero, director del Instituto de Política Internacional de la UFV y padrino del rabino David Shlomo Rosen, explicó cómo ha sido el avance de las relaciones entre judaísmo y catolicismo en tiempos del rabino Rosen. “Tras veinte siglos de profundo desencuentro se daban las circunstancias para tender puentes, pasando paulatinamente de la reconciliación a la fraternidad, desde un profundo y sincero respeto a las creencias de cada cual», explicaba. “Hacía falta valor, inteligencia, conocimiento y prudencia para desbrozar el camino, superando prejuicios, aclarando hechos del pasado, asumiendo responsabilidades.
El rabino David Shlomo Rosen, actual director internacional de Asuntos Interreligiosos del Comité Judío Americano, ha dado las gracias por este reconocimiento y el “gran honor que esta ilustre universidad me ha concedido esta noche se ve reforzado por el hecho de estar asociado con Kiko Argüello”, y que “es, de hecho, el honor de este histórico proceso de reconciliación en sí mismo”.
También ha explicado que “esta transformación que ha llevado a judíos y cristianos de las profundidades de siglos de hostilidad y alienación mutua, a una de tal positividad, diálogo y colaboración, que tenemos la bendición de disfrutar hoy, es verdaderamente notable y seguramente un signo providencial en sí mismo”.
Tras las intervenciones, un grupo de músicos y parte del coro que conforma la orquesta del Camino Neocatecumenal interpretaron cuatro movimientos de la Sinfonía de los Inocentes, compuesta por el mismo Argüello para rendir un emocionante homenaje a los inocentes de la Shoah, y que ha sido interpretada en diferentes lugares como el Avery Fisher Hall de Nueva York o en Auschwitz, ante los principales representantes de la comunidad judía internacional.
Finalizó el acto con las palabras de Daniel Sada, Rector de la UFV. Así, ha recordado las palabras del rabino Rosen señaló en aquella visita a la UFV que ha dado pie a un acercamiento asombroso entre dos pueblos que habían vivido durante siglos dándose la espalda y que ahora buscan caminar juntos.
Por su parte, “esta pequeña revolución que el Camino está suponiendo para la Iglesia y para el mundo, esta universidad se siente particularmente beneficiada” porque “la historia de nuestra universidad sería distinta, nuestros pasos habrían sido distintos sin tantos miembros de las comunidades neocatecumenales que han caminado y caminan con nosotros; como alumnos siento testimonio de fe entre sus compañeros y en sus aulas; y sobre todo como profesores y trabajadores de la universidad, cohesionando nuestra comunidad y contagiándonos esa vitalidad y compromiso”.