La Encíclica Dilexit nos, en 10 frases
LomásRC
En su encíclica Dilexit Nos, el Papa Francisco reflexiona sobre el amor humano y divino que brota del Corazón de Jesucristo. En esta carta, el Santo Padre nos invita a redescubrir la importancia del corazón como el núcleo de nuestra vida cristiana y a acoger el amor redentor que Cristo nos ofrece sin condiciones. A continuación, presentamos diez frases significativas de este documento.
- “Su corazón abierto nos precede y nos espera sin condiciones, sin exigir un requisito previo para poder amarnos y proponernos su amistad” (n. 1).
- “El Corazón de Cristo es éxtasis, es salida, es donación, es encuentro” (n. 28).
- “El Corazón de Cristo, que simboliza su centro personal, desde donde brota su amor por nosotros, es el núcleo viviente del primer anuncio. Allí está el origen de nuestra fe, el manantial que mantiene vivas las convicciones cristianas.” (n. 32).
- “Cristo muestra que Dios es proximidad, compasión y ternura” (n. 35).
- “Jesús habla de su sed de ser amado, nos muestra que no es indiferente a su Corazón la reacción que nosotros tengamos ante su deseo” (n. 166).
- “Sabernos amados y depositar toda la confianza en ese amor no significa anular todas nuestras capacidades de entrega, no implica renunciar al imparable deseo de dar alguna respuesta desde nuestras pequeñas y limitadas capacidades” (n. 164).
- “El amor de Cristo está fuera de ese engranaje perverso y sólo él puede liberarnos de esa fiebre donde ya no hay lugar para un amor gratuito. Él es capaz de darle corazón a esta tierra y reinventar el amor allí donde pensamos que la capacidad de amar ha muerto definitivamente.” (n. 218).
- “La Iglesia también lo necesita, para no reemplazar el amor de Cristo con estructuras caducas, obsesiones de otros tiempos, adoración de la propia mentalidad, fanatismos de todo tipo que terminan ocupando el lugar de ese amor gratuito de Dios que libera, vivifica, alegra el corazón y alimenta las comunidades” (n. 219).
- “Sólo su amor hará posible una humanidad nueva” (n. 219).
- “Pido al Señor Jesucristo que de su Corazón santo broten para todos nosotros esos ríos de agua viva que sanen las heridas que nos causamos, que fortalezcan la capacidad de amar y de servir” (n. 220).
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