Su hijo Pedro tiene un cáncer que, en las primeras palabras de los médicos, es ‘incurable’. Sin embargo, guiada con el pensamiento de san Juan Pablo II “el amor vence siempre”, ha puesto la salud de su hijo en manos de Dios: “Jesús ocúpate tú de él”, oró al principio de la enfermedad de Pedrito.
En su testimonio, pronunciado el Viernes Santo en el marco de las misiones de Semana Santa de Familia Misionera del colegio Everest, Carla les explica lo que le ha ayudado a llevar esta cruz: “La enfermedad de Pedrito no la he elegido yo, pero la actitud sí, y he elegido ser feliz”.