Misiones de Semana Santa | Diego y Sara, de Valencia: “Vivimos la Semana Santa de la forma más auténtica posible: ¡No entendemos cómo no lo hemos hecho antes!”
LomásRC
Este año, Diego y Sara han dado un paso más al integrarse en el equipo organizador de Familia Misionera, una decisión que, a pesar de los desafíos, ha resultado ser otro regalo del Señor. “Si el primer año fue especial, éste ha sido irrepetible. Poniéndolo todo en sus manos y en la confianza de estar cumpliendo con su voluntad, el reto ha vuelto a convertirse en un regalo”. La participación activa de sus hijas en estas misiones subraya la importancia de la transmisión de la fe dentro de la familia: “Nuestras hijas participan a lo largo del año en varios apostolados que organiza el Regnum Christi a través de Cumbres School Valencia, por eso para ellas las Misiones de Semana Santa no son algo extraordinario. Las disfrutan con la misma intensidad que otras actividades sin ser conscientes de todo lo que aportan a la sociedad.
Al tomar la decisión de vivir esta Semana Santa de una manera tan especial y comprometida, ¿qué es lo que más os motivó como familia?
A lo largo del año, gracias a Cumbres School, el colegio de nuestras hijas que forma parte del Regnum Christi, participamos en actividades que nos permiten vivir la fe tanto individualmente, a través de los encuentros de hombres y mujeres, como en matrimonio, a través de retiros y encuentros que celebramos mensualmente.
Cuando el año pasado unos amigos, papás del cole, nos invitaron a participar en las Misiones de Semana Santa pensamos que podía ser una “excusa” para vivir una experiencia de fe como familia ya que, hasta entonces, nuestra Semana Santa se reducía a lo típico: unas vacaciones de descanso y playa. Pues resultó que, al final, la “excusa” se convirtió en una oportunidad ¡para tantas cosas excepcionales…! Resultó un auténtico regalo para toda la familia.
¿Un regalo? ¿Y cómo fue eso?
Nos explicaron que la misión, como apostolado, se fundamentaba en el servicio a los demás, pero cuál fue nuestra sorpresa… recibimos muchísimo más de lo que humildemente creíamos poder aportar como misioneros. Vivimos la Semana Santa y la Pascua, dos de los momentos más grandes para los cristianos, de la forma más auténtica posible: la familia unida en oración, acompañando a Jesús en el calvario, consolando a María en su dolor de madre y celebrando la alegría inmensa de la resurrección del Señor. ¡No entendíamos cómo no lo habíamos hecho antes…!
Es muy curioso cómo estos días, que para nuestras hijas no dejan de ser tan intensos o más que para nosotros, no se quejan de tener que madrugar o de haber dormido poco
Así que, como podéis imaginar, tomar la decisión de repetirlo este año fue muy fácil.
Y, una vez más, el Señor nos tenía preparada otra sorpresa y nos ofrecía la posibilidad de comprometernos con este apostolado de una forma más especial: formar parte del equipo organizador de las misiones. Al principio pensamos que era una locura (nuestra inexperiencia, la distancia de casa a la parroquia, el clima que no acompañaba, etc.), pero, ¡cómo no íbamos a darle nuestro “sí”…! Si el primer año fue especial, éste ha sido irrepetible. Poniéndolo todo en sus manos y en la confianza de estar cumpliendo con su voluntad, el reto ha vuelto a convertirse en un regalo. El de poder compartir la fe y la oración con otras familias misioneras y ser de nuevo testimonio de nuestra fe en Cristo ante la sociedad.
¿Cómo viven vuestros hijas la experiencia misionera? ¿Son conscientes de todo el bien que hacen?
Nuestras hijas participan a lo largo del año en varios apostolados que organiza el Regnum Christi a través del colegio, por eso para ellas las Misiones de Semana Santa no son algo extraordinario. Las disfrutan con la misma intensidad que otras actividades sin ser conscientes de todo lo que aportan a la sociedad, participando activamente en las misas y oficios, en las salidas de las misiones urbanas, regalando rosarios… Entienden el sentido del servicio y de darse a los demás de una forma natural. Pero sí es muy curioso cómo estos días, que para ellas no dejan de ser tan intensos o más que para nosotros, no se quejan de tener que madrugar o de haber dormido poco. Y a pesar del cansancio no han querido dejar de participar en todas las actividades, incluidas la Hora Santa y la Vigilia Pascual.
Pertenecer a Familia Misionera es un auténtico privilegio: nos ha ayudado a encontrar otro entorno ideal en el que continuar esta enseñanza de fe para nuestras hijas.
Realizar una misión todos juntos también trae sus frutos para la propia familia. ¿Podríais compartirnos cómo os ayuda a vosotros?
Como padres, la mejor herencia que podemos dejar a nuestras hijas es la fe y la confianza en la Palabra de Dios. Desde pequeñitas les hemos enseñado a rezar, a hablar con Jesús y con la Virgen, como amigo y madre a los que podemos acudir siempre. Pertenecer a Familia Misionera es un auténtico privilegio, dentro de la vorágine de la sociedad compleja en la que nos ha tocado vivir, porque nos ha ayudado a encontrar otro entorno ideal en el que continuar esta enseñanza de fe para nuestras hijas.
Es una maravillosa oportunidad para unir y reunir a la familia y afianzar los principios cristianos que les estamos inculcando desde casa, disfrutándolos con amigos que también los comparten. Pero, además, a través de las actividades que realizamos juntos desde Familia Misionera, están aprendiendo, de una manera natural, a ser valientes para ser testimonio de fe ante familiares y amigos que aún no conocen a Jesús como lo conocen ellas.
Desde vuestra llegada a la misión, ¿cuál suele ser el momento o la actividad que más ayuda a la gente de la parroquia?
Principalmente, las misiones urbanas en las que salimos al mundo a ser testimonios de fe. Este año, el rosario humano que organizamos en el río fue muy divertido. Tuvimos la suerte de que el tiempo nos acompañó. Hizo una mañana preciosa. Los niños se lo pasaron fenomenal, con las camisetas de colores y rezamos un rosario alrededor de la Virgen. Creo que lo que ayuda a la gente es ver gente normal que expresa su fe en público haciendo cosas sencillas.
Dentro de la parroquia, durante la Hora Santa, también nos impresionó una señora que lloraba ante el sagrario mientras las familias, una a una, nos arrodillábamos ante el Señor para consolarlo. Lo acompañábamos a Él pero los parroquianos también se sintieron reconfortados con el calor de la Familia Misionera.
Es una oportunidad para unir a la familia y afianzar los principios cristianos que les inculcamos en casa, disfrutándolos con amigos que también los comparten
¿Podéis compartirnos un texto evangélico, una canción, una película que os motive a ir de misiones?
Una canción: “Viva Cristo Rey” y “Enciéndeme” de Hakuna
Una película: “La Pasión” de Mel Gibson
Un texto evangélico: “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca sino que tenga la vida eterna” (Juan 3,16)
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