Misiones de Semana Santa | Fátima y José, de Madrid: “Volvemos con el corazón lleno del Señor y con una mirada renovada”
LomásRC
Fátima y José, que son padres de familia de Everest School Monteclaro, también valoran la experiencia misionera para su propia familia: “Queríamos transmitir a nuestros hijos que la Semana Santa no son unas vacaciones como las de verano, sino algo más”. A ellos “les ha hecho darse cuenta de la suerte que tenemos por vivir en Madrid, donde tenemos varias Misas al día, muchos sacerdotes que nos permiten recibir los Sacramentos a diario”. Entre las experiencias que les han marcado de estas misiones con Familia Misionera, destacan el aprecio y la gratitud de las personas en los pueblos que visitaron. Participar en tradiciones olvidadas y compartir con otras familias la fe y el deseo de ser luz y la esperanza para otros.
¿Por qué habéis ido de misiones en Semana Santa? ¿No teníais más planes?
Nuestros planes en Semana Santa siempre los hemos vivido en familia, yendo a los oficios de nuestra parroquia y a las procesiones en Madrid. Hace unos años nos planteamos ir de misiones en familia, pero por distintas circunstancias al final no pudimos. Desde entonces habíamos tenido el anhelo de vivirla de otro modo.
También queríamos transmitir a nuestros hijos que la Semana Santa no son unas vacaciones como las de verano, sino algo más. Nos atraía la idea de vivir la Semana Santa en familia, junto con otras familias que compartieran esa misma inquietud. Además, nos atraía la idea de poder vivir estos días de Semana Santa con espíritu de servicio, ayudando a otras personas a poder celebrarla, y acompañándoles en estos días tan importantes de nuestra fe. Así que cuando este año unos amigos nos propusieron ir de Misiones con ellos, nos dejamos guiar por el Señor y allí fuimos.
Nos atraía la idea de poder vivir la Semana Santa con espíritu de servicio, ayudando a otros a poder celebrarla.
Pero las misiones son para todo el año… ¿qué significa para vosotros ser misionero también en el día a día?
Para responder a esta pregunta tan profunda, nos ha ayudado mucho una de las meditaciones que tuvimos en las Misiones en la que el sacerdote nos recordó que ser cristiano no es como tener un jersey que te pones para ir a Misa o cuando rezas, y luego te lo quitas cuando has terminado. Es decir, no basta con estar tres días ayudando a la gente y vivir la fe en familia. Sino que tiene que ser algo que se nos tiene que notar en nuestros actos cotidianos de cada día. La alegría de seguir a Cristo debe ser el motor principal que mueva nuestro día.
Está claro que es una meta exigente y complicada, porque las pequeñas cosas del día a día pueden hacer que no lo vivamos así (un atasco para ir a trabajar, que los niños no se porten bien, que estés irascible por haber pasado una mala noche,…).
Somos humanos y por tanto imperfectos, pero no podemos conformarnos con una barra que esté baja, el mensaje de Jesús es claro: “Por lo tanto, sed perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo” (Mateo 5, 48). Es decir, tenemos que mirar siempre hacia lo alto, aun sabiendo que somos limitados y nuestros pies están en la tierra.
¿Nos podéis compartir alguna experiencia que hayáis vivido esta Semana Santa y que digáis: “Queremos volver”?
Simplemente por el agradecimiento y la acogida que nos han mostrado las personas de los pueblos, ya merece la pena volver. Haber ayudado a recuperar tradiciones que ya no hacían desde hace años por falta de gente, como el Lavatorio de los pies de los oficios del Jueves Santo, el Vía Crucis, ayudar a sacar los pasos en la procesión, etc. Esas miradas de agradecimiento sincero que nos regalaban cada día cada una de las personas, miradas que no necesitan palabras porque por sí mismas nos transmitían mucha cercanía, gratitud y alegría de vernos allí, con nuestros hijos, compartiendo la Semana Santa con ellos. Vimos el esfuerzo que hacen los sacerdotes por llegar a atender a todos los pueblos de la zona, y que gracias a estas misiones se consigue que haya un sacerdote en Semana Santa en estos pueblos aunque sea poco tiempo.
Por otro lado, haber convivido nosotros con otras familias que compartimos la misma fe, viviendo cada día del Triduo Pascual como no lo habíamos hecho hasta ahora, estando cerca de Jesús, de María, estos pequeños momentos de oración, de reflexión, con personas que son verdaderos testimonios de fe… En resumen, ha sido una experiencia muy enriquecedora y positiva para nosotros, hemos disfrutado mucho estos días en familia, hemos conocido otras familias y también hemos compartido momentos alegres y divertidos. Volvemos con el corazón lleno del Señor, con una mirada renovada hacia Jesús y María, y con ganas de compartir con otras personas lo que hemos vivido, la alegría de saber que Dios está con nosotros, y así llevar un poco de luz y esperanza a los que nos rodean.
La alegría de seguir a Cristo debe ser el motor principal que mueva nuestro día
¿Cómo han vivido vuestros hijos las misiones? ¿Qué les aporta a ellos?
Al principio lo han vivido con desconcierto, porque no entendían lo que íbamos a hacer, pero han visto que la Semana Santa no son vacaciones, que es otra cosa. Han visto de cerca que para los cristianos es fundamental vivir la Pasión de Cristo y celebrar su Resurrección, y al estar nosotros allí hacemos que otras personas en los pueblos puedan vivirlo más acompañados. Por otro lado, esta experiencia les ha hecho darse cuenta de la suerte que tenemos por vivir en Madrid, donde tenemos varias Misas al día, muchos sacerdotes que nos permiten recibir los Sacramentos a diario, y que tenemos los medios materiales para ello (formas para consagrar, un Cirio Pascual, las velas para la Vigilia…).
Además, también han tenido la oportunidad de convivir estos días con otros niños de su edad que también viven la Semana Santa desde la fe, de manera natural, viendo que además es algo bueno. También han visto que no todo es rezar, sino que también hay tiempo para jugar y pasarlo bien en familia y con los amigos, especialmente cuando celebramos la Resurrección de Jesús, pues es el eje central de nuestra fe y así queremos que lo vivan, por eso es un gran día de fiesta.
¿Os “lleváis puesto” alguna canción, una lectura del evangelio… que os resuene de estas misiones y que nos podáis compartir?
Muchas canciones nos vienen a la cabeza en distintos momentos del día, y cada una de ellas con un mensaje que nos llega muy adentro y nos recuerda lo que hemos vivido: “María, mírame…”, “En el silencio estoy ahí, en este trozo de pan…”, “Llévame donde los hombres necesiten tu presencia… Necesiten ganas de vivir”, “Enciéndeme y deja arder donde haga falta, enciéndeme y déjame ser tu luz…”.
Respecto a las lecturas, hay muchas, pero coincidimos en las “Siete Palabras”. No nos habíamos detenido antes a meditarlas tanto, la verdad. En particular la tercera: “He aquí a tu hijo; He aquí a tu Madre” (Jn 19, 26). Nos quedamos con el regalo que nos hace Jesús. Hace que su Madre sea también Nuestra Madre. Qué importante es sentirnos acompañados por la Virgen María y encomendarnos a Ella, dejarnos llevar de su mano en nuestro día a día.
También saber que nosotros somos simples instrumentos de Dios, que nosotros no hacemos las cosas, sino que es Dios es quien nos guía y actúa a través de nosotros. Terminamos con la idea que comentamos antes, de que esto no es como ponerse un jersey que uno se pone al llegar y se lo quita al salir de la iglesia o al volver a casa después de estos días se misiones. Ojalá seamos capaces de mantener esta llama encendida durante este año litúrgico en nuestro día a día y que Dios esté verdaderamente presente en nuestras vidas.
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