Misiones médicas | Ignacio, urólogo: “Hemos recibido la fe sencilla de esa gente que, con una sonrisa de agradecimiento, te coge de la mano y te llama ‘papacito”
LomásRC
Durante su misión en Cusco, Ignacio vivió momentos muy profundos como el encuentro con Juan Antonio, un hombre de 51 años con retraso mental que, tras una consulta, regresó solo para tomarse una foto y despedirse con un gran abrazo. “Ese retraso mental le hacía tener un alma limpia como la de un niño”, recuerda Ignacio. Estas han sido sus cuartas misiones médicas, anteriormente ha estado en Ngandajika en la República Democrática del Congo, y en Kamwenge, Uganda. Estas misiones nacieron por iniciativa del P. Javier Cereceda, L.C., y de la Dra. Isabel Guillén, madre de Everest School Monteclaro.
¿Qué os motivó a elegir Perú como destino para las misiones médicas este verano?
Fuimos a Perú por la providencia, ya que unos meses antes de partir para Uganda nos desaconsejaron ese destino porque en este momento se le consideraba un país peligroso. Una tarde aparecieron en el hospital CEMTRO como pacientes, dos hermanas misioneras que regentaban un pequeño hospitalito en Cusco. Y allí marchamos el 28 de junio de este año.
Este año el volumen de enfermos fue muy superior, hemos atendido a más de 1.500 pacientes y hemos pasado unas 2.300 consultas en 7 días.
¿Podrías compartir alguna experiencia o anécdota que viviste mientras atendías a los pacientes en Perú?
Me marcó en encuentro con Juan Antonio, 51 años y retraso mental. Venía a una revisión de la próstata con su madre, que era la que explicaba todo. Mi sorpresa fue al día siguiente acudió de nuevo porque quería hacerse una foto conmigo y con la estudiante que me acompañaba, y se despidió de los dos, con grandes abrazos y mucha emoción. Ese retraso mental le hacía tener un alma limpia como la de un niño.
¿Qué tipo de enfermedades y condiciones médicas fueron más comunes durante tu misión en Perú?
Como urólogo lo que más vi fueron problemas prostáticos, también infecciones de orina y algún niño con patología testicular.
¿Cómo impactó esta experiencia en tu fe y en tu vocación de servicio?
Estas misiones y las anteriores siempre han sido un refuerzo en mi fe. Por un lado, teníamos la inmensa suerte de poder celebrar a la santa misa a diario, incluso en el viaje de vuelta en la capilla del aeropuerto de Lima a las 5 de la mañana, seguida de un rato de adoración eucarística. Y por otro lado recibíamos la fe sencilla de esa gente, que con una sonrisa de agradecimiento te coge de la mano y te llama “papacito”.
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