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P. Nicolás Núñez, L.C., peregrino y capellán en la Hospitalidad de Lourdes: “Tenía miedo; ha sido un antes y un después, renuevan mi sacerdocio cada año”

El P. Nicolás con dos camilleros y un enfermo de la peregrinación
El P. Nicolás con dos camilleros y un enfermo de la peregrinación.

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El P. Nicolás Núñez, L.C., director de la sección de jóvenes en la zona Noroeste de Madrid, lleva cinco años acompañando a la peregrinación a Lourdes de la Hospitalidad de Madrid. Nos cuenta que al principio, “aun siendo sacerdote, me veía incapaz de ayudar de esta forma a personas con discapacidad. Tenía miedo. Y ha sido un antes y un después. Ellos me han ayudado a mí. Renuevan mi sacerdocio cada año. Son un privilegio enorme y un regalo que espero Dios permita siga teniendo”.

En la peregrinación, el P. Nicolás es el capellán de un grupo compuesto mayoritariamente por jóvenes. También le hemos preguntado por la experiencia con la Hospitalidad de Lourdes para ellos: “Creo que para cualquier persona, pero en especial para los jóvenes, es una experiencia de felicidad real, que se ‘grapa’ a tu vida, se queda grabada y desde la cual comienzas a revisar tu vida; a comparar lo que hasta ahora has llamado felicidad, con esto y haces un ‘upgrade’ de tu concepción de felicidad”, nos explica este padre legionario de Cristo.

 

El P. Nicolás, capellán del equipo fucsia de la Hospitalidad de Lourdes con los miembros de su equipo
El P. Nicolás, capellán del equipo “fucsia” de la Hospitalidad de Lourdes, con los miembros de su equipo.

 

Lleva ya cinco años acompañando a los enfermos en la peregrinación diocesana de Madrid a Lourdes. ¿Cómo ha sido esta experiencia tanto a nivel personal como pastoral? ¿Qué ha cambiado en su vida tras estas peregrinaciones?

Sin ninguna duda esta peregrinación ha cambiado mi vida a mejor. Me ha tocado acompañar a grupos de peregrinos a varios de los lugares “cumbre” de peregrinación: Tierra Santa, Roma, Fátima, Guadalupe, Medjugorje, etc… y la gente se sorprende cuando digo que esta peregrinación es la mejor, la que más me gusta. Obviamente no por el lugar (con la Virgen también te puedes encontrar en otros lugares), sino porque peregrinar con la Hospitalidad es una peregrinación de 360º. Poder darte a los que lo necesitan abre tu corazón a la acción de Dios.

 

La primera vez que fui, fue tras dos años de resistirme y acabé un poco de rebote, convencido de que iba y no volvería. Aun siendo sacerdote, me veía incapaz de ayudar de esta forma a personas con discapacidad. Tenía miedo. Y ha sido un antes y un después. Ellos me han ayudado a mí. Renuevan mi sacerdocio cada año. Son un privilegio enorme y un regalo que espero Dios permita siga teniendo, pues me revive año con año.

Lourdes es una escuela de una fe integral. Es un plan completo de donación, oración y diversión.

En estas peregrinaciones, es parte de un equipo en el que fundamentalmente son todo jóvenes. ¿Qué ha aprendido de su relación con ellos en este espacio tan concreto y qué cree que les aporta a los jóvenes esta experiencia de fe y servicio?

Mi equipo es fantástico (todos los equipos obviamente, pero el mío no lo cambiaría). Ver jóvenes que tienen muchas posibilidades, y que perfectamente tendrían otro plan: montería, viaje con amigos, etc… y que deciden que “El plan”, su plan de un finde o de un puente, es ayudar me sorprende mucho. Conozco muchos jóvenes, mi vida es entre ellos todo el día, pero entre todos, los que van a Lourdes son especiales. Me refiero a los comprometidos, a los que año tras año luchan por estar ahí, aunque tengan que cogerse días de sus vacaciones.

 

A muchos les conozco de fuera o de antes, pero ahí sale su mejor versión. Lourdes es una escuela de una fe integral. Es un plan completo de donación, oración y diversión. Creo que para cualquier persona, pero en especial para los jóvenes, es una experiencia de felicidad real, que se “grapa” a tu vida, se queda grabada y desde la cual comienzas a revisar tu vida; a comparar lo que hasta ahora has llamado felicidad, con esto y haces un “upgrade” de tu concepción de felicidad.

 

El P. Nicolás con cuatro enfermeras de las hospitalidad de Nuestra Señora de Lourdes de Madrid
El P. Nicolás, con cuatro enfermeras de las hospitalidad de Nuestra Señora de Lourdes de Madrid, antiguas alumnas de Everest School Monteclaro.
El Papa Francisco habla a menudo de la ‘cultura del descarte’ y afecta especialmente a los enfermos. ¿Qué papel juega el sacerdote en este sentido?

Nosotros, los sacerdotes, somos parte de nuestro tiempo y también tenemos el riesgo de caer muchas veces en esa “cultura del descarte” valorando a las personas por lo que aparentemente pueden aportar, y no por lo que realmente son. Así que creo que nuestro primer papel en Lourdes es de beneficiados… las personas enfermas nos renuevan. Podrán tener alguna discapacidad, pero el sufrimiento les ha fraguado y pulido y son personas que ven más allá, que valoran lo esencial y te ayudan a volver a ello en tu vida. Y es ahí donde entra lo que somos como sacerdotes: les podemos dar al Único que puede dar esperanza a su sufrimiento, a Jesús.

Podrán tener alguna discapacidad, pero el sufrimiento les ha fraguado y pulido y son personas que ven más allá, que valoran lo esencial y te ayudan a volver a ello en tu vida.

¿Y cómo vive usted esa llamada del Santo Padre a salir a este particular cruce de caminos? ¿Puede compartirnos algo que le haya ocurrido?

Lo veo como un reto para mi vida. Hay muchas experiencias de estos años peregrinando con la Hospitalidad de Madrid a Lourdes. Algo que me llevo de esta última peregrinación es esa “homilía 2” que un enfermo gritó tras la homilía de Don Jesús, el obispo auxiliar de Madrid que acompañó a la peregrinación. El obispo había terminado sus palabras y en eso grita este enfermo a pleno pulmón, que todo el mundo le escuchaba: “TE HA FALTADO LO MÁS IMPORTANTE: QUE PARA ESCUCHAR A DIOS HAY QUE AMAR”. Cuántas veces me lo he preguntado yo mismo o me lo han preguntado los jóvenes en dirección espiritual y esta es la respuesta. Y creo que resume lo que es Lourdes.

 

Enfermos, camilleros y enfermeras en la pradera de Lourdes
Todo el equipo “fucsia”: enfermos, camilleros y enfermeras en la pradera de Lourdes, junto a la gruta.

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