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El capellán del aeropuerto nos explica que Barajas “pretende ser la cara de Madrid y de España para el viajero nacional e internacional”, y con ese planteamiento “lo ‘feo’ no es bien recibido”. Sin embargo, tiene claro que “el mundo no es nuestro, que ha sido creado por Dios Padre para que lo cuidemos y cultivemos”. Para él, de ahí nace un compromiso social centrado en la defensa de la dignidad humana, y que le hizo exclamar a inicios de este año, ante la crisis migratoria que surgió en Barajas, que “los migrantes tienen derecho a llorar”.

Después de 24 años como misionero en Japón, donde trabajó en la pastoral carcelaria y el apostolado del mar, ¿qué enseñanzas fundamentales le dejó esa experiencia para su labor actual en la pastoral social?

Si uno lee el Evangelio, Jesús pasó la mayor parte de su vida pública con enfermos, alejados (samaritanos, griegos, centuriones romanos, galileos de Cafarnaúm…), pecadores públicos (desde prostitutas a recaudadores de impuestos). La oración y la vida sacramental es orientación y fuerza para dedicar el tiempo a lo mismo a lo que lo dedicaba Jesucristo.

Las capillas del aeropuerto deben ofrecer un espacio para que cualquiera pueda encontrar sosiego, pararse un instante y salir, si es posible, con algo más de paz

En su labor como capellán del aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, está en contacto directo con personas migrantes y sin hogar. ¿Cómo mantiene su esperanza y energía frente a las difíciles realidades que enfrenta cada día?

La realidad del aeropuerto es compleja. Es un organismo que pretende ser la cara de Madrid y de España para el viajero nacional e internacional y, por tanto, lo intentan mantener siempre seguro, limpio y ordenado. Lo “feo” no es bien recibido. Los migrantes y las personas sin hogar se refugian allí buscando esa seguridad y esa limpieza, pero no son bien recibidos porque “afean”. Muchos se acercan a las capillas, que son propiedad de Aena, para descansar sin que les molesten o para pedir ayuda económica. Pero mi contacto con ellos es escaso. Les trato como a cualquier otra persona que se acerca: les escucho e intento darles ánimo.

Ha mencionado que ‘los migrantes tienen derecho a llorar’ y que lo más importante es escucharles y acompañarles. ¿Cómo vive usted esta necesidad de ser presencia cercana en un contexto tan transitado y despersonalizado como un aeropuerto?

Comentaba el año pasado en un artículo que la revista del aeropuerto me dedicó para presentarme como nuevo capellán que me gustaría que, en una ciudad -como es el aeropuerto- donde todo fluye constantemente y está lleno de gente plural y variopinta circulando muy deprisa, las capillas ofrecieran un espacio para que cualquiera pueda encontrar sosiego, pararse un instante y salir, si es posible, con algo más de paz. Que esto valga para todo viajero, también para el que viaja forzado a abandonar su país por diversas circunstancias.

Me gustaría que mi ministerio fuera una constante en la defensa de la dignidad humana, porque fue una constante en el ministerio de Jesús de Nazaret.

Su experiencia en la evangelización en Japón, en un contexto cultural tan distinto, ¿ha influido de alguna manera en su manera de acercarse a las personas en situación de vulnerabilidad aquí en España?

Bueno, toda realidad influye, seamos conscientes o no. Por supuesto que influye.

La defensa de la dignidad humana es una constante en su ministerio. ¿Qué mensaje cree que es esencial transmitir a la sociedad hoy en relación con la dignidad de los migrantes y las personas sin hogar?

No sé si es una constante en mi ministerio, pero me gustaría que lo fuera, porque fue una constante en el ministerio de Jesús de Nazaret.

Decirles lo que nos dijo Jesús: que el mundo no es nuestro, que ha sido creado por Dios Padre para que lo cuidemos y cultivemos. Que no nos podemos apropiar de él y seguir imitando a Adán culpabilizando a los otros de aquello sobre lo que también tenemos responsabilidad; ni ser como Caín, envidiando, matando y fingiendo no tener nada que ver con nuestros hermanos.

Que la propuesta de Jesús de Nazaret de romper barreras y de construir fraternidad sigue siendo necesaria y urgente. Y además es verdadera, buena y hermosa.

¿Nos puede recomendar algún texto bíblico, o una cita del Papa, o una canción… que nos hable de la importancia de la Pastoral Social como usted la vive?

Uf, habría tantas. “Amaos unos a otros como yo os he amado” sería algo en lo que tendríamos que seguir profundizando. O aquella de “id y aprender lo que significa misericordia quiero y no sacrificios”. Pero vamos, todas nos vendrían muy bien.