La mayoría de los beneficiarios del programa Cristo de la calle de Juventud Misionera son personas a los que la vida no les ha tratado bien. Como asegura Juan Andrés en Trece, son historias duras: “Yo trato de quitarme de encima mis problemas y escuchar los suyos. Tenemos gente que incluso se ha querido quitar la vida porque su salud mental no está bien porque no habla con nadie, y por eso hablamos con ellos”, ha precisado a Ecclesia al día.
Juan Andrés también explica que el primer contacto que establecen con las personas en la calle es para proporcionarles comida. No obstante, el objetivo final es acompañar: “Que se desahoguen y sepan que no están solos. Hay quienes no se acercan porque están sucios, cuando justo lo importante es escucharles, lo importante es su historia”.