- Al irme las cosas bien no me paro a pensar si puedo estar mejor o no, simplemente me va bien y ya está
- En una de las adoraciones le pedí al Señor que me ayudara a ver la parte buena de cada uno
- Estos días he visto que ayudando a alguien realmente te estás ayudando a ti mismo
Está pensado para jóvenes menores de 30 años, y busca iluminar las respuestas que muchos de ellos se plantean cuando salen de colegio y llegan a la vida universitaria o profesional. ¿Cómo seguir viviendo la fe en esta nueva realidad? El fin de semana del 19 al 21 de noviembre tuvo lugar una nueva edición de VIVE, y Luis Herrero, de Córdoba, es uno de los jóvenes que participó. Nos cuenta su experiencia y concluye afirmando que VIVE «es el mejor regalo que le puedes hacer a un amigo”.
Mi nombre es Luis Herrero, tengo 27 años y soy de Córdoba. Me sorprende que me hayan dado la oportunidad de escribir mi experiencia acerca del retiro que vivimos unos cuantos afortunados este fin de semana pasado, ya que me considero un tío normal y corriente, sin grandes dotes para hablar en público y menos para escribir, así que intentaré hacerlo con el corazón e intentando mostrar la verdad sobre lo que ha sido VIVE para mí.
Frutos de una peregrinación a Medjugorje
En primer lugar, os cuento cómo conocí este retiro y lo que pensaba antes de ir. Hace dos meses tuve la suerte de estar en Medjugorje en una peregrinación. La experiencia fue muy bonita para mí porque, aunque ya había estado en otra ocasión, esta vez fui con mi novia y me resultó más intenso y emocionante. Allí nos propusimos hacer algo cada cierto tiempo (cuatro, cinco, seis meses como mucho) ya sea un retiro, una peregrinación, un voluntariado… puesto que estamos de acuerdo en que Dios tiene que estar en medio de nuestra relación y haciendo alguna cosita de esas de vez en cuando nos ayudaría mucho.
VIVE me ha dado la oportunidad de liberarme esas cargas o por lo menos de saber cómo vivir
Pues bien, tres semanas antes del retiro, Yoli, una consagrada con la que habíamos estado en Medjugorje, contactó con Paula, mi novia. Le contó que había un retiro que era la segunda vez que se hacía y que la primera había salido muy bien, que nos animáramos pues seguro nos alegraríamos. Total, que Paula me lo comentó y yo por supuesto para tenerla contenta le dije que sí.
A la semana hicimos la inscripción, lo primero que hice fue mirar el calendario para ver si en ese fin de semana me coincidía con algún compromiso…¡Vaya! El cumpleaños de mi amigo Paco. “Oye Paula, es el cumpleaños de Paco, en este retiro no conozco a nadie y no sabemos prácticamente nada de él. ¿Por qué no esperamos a que salga otra cosa que seguro que es mejor?”.
“Quillo, al final te mete a cura”
Esa fue mi reacción, pero Paula no se dio por vencida y me dijo: “Bueno la inscripción está hecha, cuando se acerque el momento vemos que hacemos”. Y así fue como hicimos, lo que pasó fue que una conversación de Paula con la señorita Natalia le terminó de convencer, así que viéndola tan segura no me quedó más remedio que decir que sí, aunque por dentro pensaba: “Me debe una”. Llamé a mi amigo para decirle que no podía ir a su cumpleaños y al decirle el motivo su reacción fue decirme: “Quillo, al final te mete a cura”.
Dios nos escucha, está claro, pero también hay que saber escucharle a Él
Llegué a VIVE y allí todos te reciben con una gran sonrisa lo cual me gustó, pero lo que no sabía es que a los cinco minutos me iban a meter un palito por la nariz y quitarme el móvil, eso sí, con una gran sonrisa. Pensé: “Empezamos bien”. Aunque ya que estaba allí iba intentar aprovecharlo y ver qué me podía ofrecer este retiro.
Llegó la hora de la cena, me senté con mi equipo y al momento ya me sentía cómodo, son gente normal, simpática, natural y muy amable, además teníamos todos gente en común. Así que el cumpleaños de Paco, la pereza y la inseguridad de ese momento fue desapareciendo bastante rápido.
Una vida normal
Desde pequeño me he estado en un ambiente sano, colegio católico, una buena formación por parte de mis padres, salgo de fiesta, tengo planes de campo, deporte, me encanta quedar para comer o tomar alguna cerveza, me gusta mi trabajo, tengo una novia maravillosa… en fin, se podría decir que tengo una vida normal y me considero muy afortunado por ello.
Lo que pasa es que al irme las cosas bien no me paro a pensar si puedo estar mejor o no, simplemente me va bien y ya está. Y eso me parece un engaño enorme a mí mismo, ser conformista no me llena, ¿y qué hay de los demás? A mí me va muy bien, pero a los demás ¿qué? ¿También están igual que yo? ¿Tienen la misma suerte que yo? Esta es una de las cosas que me ha enseñado VIVE. Siempre se dice que mientras más das, más recibes y creo que con los problemas de uno mismo pasa igual, mientras más te abras con alguien esa persona también se abrirá más contigo. Y al compartir esas inquietudes, heridas, miedos… se crea un vínculo que hace que nos podamos ayudar mucho unos a los otros, y eso llena, llena mucho.
Este fin de semana me ha enseñado a dejar las cosas en las manos de Cristo que nos quiere, y nos quiere de verdad, solo tenemos que confiar y tener fe en Él
Eliminando cargas
Estos días he visto que ayudando a alguien realmente te estás ayudando a ti mismo. Quitarse la careta y abrirte a un grupo de personas, que te entienden y te apoyan sin juzgarte, te puede llegar a dar una paz increíble, además esas cosas de las cuales huyo en mis pensamientos, porque sé que no están bien y no quiero afrontarlas, son las que más terminan pesándome y las que se me hacen bola. Pues VIVE me ha dado la oportunidad de liberarme de esas cargas o por lo menos de saber cómo afrontarlas con más tranquilidad, se podría decir que me siento mejor.
En una de las adoraciones le pedí al Señor que me ayudara a ver la parte buena de cada uno, fijarme en las virtudes de los demás y de verdad que he podido sentir el amor de Dios a través de las personas, pequeños gestos que no te esperas o simplemente una sonrisa que te hace sentir bien te puede ayudar en un momento determinado, y lo mejor es que quien lo está haciendo no se está dando cuenta, simplemente lo hace. Para mí, ahí está Dios.
En manos de Dios
Dios nos escucha, está claro, pero también hay que saber escucharle a Él, esta es una de las cosas que más me cuesta, me encierro en mis pensamientos intentando encontrar yo mismo la respuesta a ciertas preguntas o la solución de algún problema, en lugar de confiar y dejar que sea nuestro Padre quién me ayude y me ilumine. Este fin de semana me ha enseñado a dejar las cosas en las manos de Cristo que nos quiere, y nos quiere de verdad, solo tenemos que confiar y tener fe en Él.
Tan solo han pasado tres días desde que acabó el retiro y sé bien que lo más difícil empieza ahora
Por último, os quiero contar una de las partes más importantes, al menos para mí. Se trata de la formación. Pensaba que después de 18 años en colegio católico más otros seis de universidad católica ya poco podría aprender. Pero que equivocado estaba, es un mundo lo que me queda por recorrer en el camino del aprendizaje, suena un poco rollo, pero de lo que me he dado cuenta es que conforme más te formas, más y mejores respuestas puedes encontrar. Por ejemplo, ha cambiado por completo mi forma de ver el sacramento de la Eucaristía, ahora lo entiendo mejor y tiene más sentido, ir a misa ya no es simplemente una “obligación”, al revés, se ha vuelto un poco más más apetecible.
El mejor regalo que le puedes hacer a un amigo
Tan solo han pasado tres días desde que acabó el retiro y sé bien que lo más difícil empieza ahora, cuando vuelves al día a día y a las cosas cotidianas, te bajas de la nube y empieza la rutina, pero puedo asegurar que después de esta experiencia tengo las pilas más cargadas, me siento más cerca de Dios y me hace feliz, gracias a esto puedo mirar la vida con otra cara, con más ganas, incluso me está costando menos levantarme por las mañanas. Y lo digo enserio.
El otro día hablando con un amigo le estuve contando un poco acerca de VIVE y me gustó mucho una frase que me dijo, era así: “Es el mejor regalo que le puedes hacer a un amigo”. Así que por eso y por lo todo lo que os he contado, creo que realmente el que le debe una a alguien soy yo.