Teresita vivió gran parte de su vida con esta enfermedad, pero nunca fue un problema a la hora de hablar de Jesús y de llevar a Jesús a los demás.
Nos cuentan sus padres que era una niña entregada a todas las personas, siempre tenía una palabra para alguien, lo mismo para el sacerdote que acababa de celebrar una misa, como para un pobre o una persona mayor que encontraba en la calle. Nadie quedaba indiferente cuando trataba con ella.
Ofreció su enfermedad, larga y dolorosa, por los sacerdotes, pero también por las misiones, y su testimonio de fe y de amor a la Iglesia ha llegado a todos los continentes y no deja de conmover a quien oye hablar de ella.
Entrevista a Teresita: “Quiero ser misionera para ser santa”
A continuación transcribimos una breve entrevista que le hizo a Teresita otra niña de catequesis sobre por qué quería ser misionera y que Teresita respondió desde el Hospital de la Paz el 13 de febrero, un mes antes de fallecer. Nos la comparten sus padres.
– ¿Por qué quieres ser misionera?
– Así estoy más cerquita de Jesús y me siento más santa. Quiero llevar a los demás con Jesús, y a los niños que no lo conocen, para que vayan al cielo felices para siempre, siempre.
– ¿Qué significa ser misionera?
– Llevar a la gente al cielo.
– ¿Qué haces como misionera?
– Hablar de Jesús siempre y dar alegría. Estos días que he estado malita lo he estado ofreciendo por gente: por alguien que esté malito, por los sacerdotes…
– ¿Qué les dirías a los niños para animarles a ser misioneros?
– Que sean felices, que sean amigos de Jesús y que estén siempre junto a Él.
Testimonio del P. Angel Camino, osa, Vicario de la VIII Vicaría de Madrid
El Vicario Episcopal de la Vicaría VIII de Madrid, el P. Ángel Camino Lamelas, O.S.A., conoció a Teresita el día de la Virgen de Lourdes, patrona de los enfermos, cuando acudió a celebrar misa a la capilla de la Paz. Tras saludarla y conocer su inquietud misionera, el P. Ángel llevó al hospital el documento que acreditaba que era misionera y la cruz de misionera: “Esa cruz pónmela en la barra para que la vea bien -le dijo en aquel momento al sacerdote-, y mañana me la llevo al quirófano. Ya soy misionera”. A continuación te ofrecemos el texto íntegro que envió don Angel a los sacerdotes de su Vicaría.
«Queridos hermanos y amigos,
Esta vez no os escribo para convocaros a ninguna reunión ni para pediros estadísticas o comunicaciones. Esta vez os escribo, simple y llanamente, para notificaros el fallecimiento de una niña que ha repercutido mucho en mi vida personal y como Vicario. Una niña: Teresita; y unos padres: Teresa y Eduardo. ¡Una familia cristiana!…
Os explico brevemente. El pasado 11 de febrero, Jornada del enfermo, este año he ido a celebrar la Eucaristía al Hospital de La Paz. La he celebrado acompañado de los capellanes y de una variada asamblea: médicos, enfermeras, familiares de enfermos, etc. Al concluir la Eucaristía, acostumbro a ir con los capellanes a visitar a algunos enfermos para administrarles la Unción o darles la comunión. Esta vez los capellanes, sabiendo mi costumbre, habían propuesto que fuera a visitar a una niña gravemente enferma, que la operaban de un tumor en la cabeza al día siguiente. Con muchísimo gusto acepté la propuesta. Hemos llegado a la UCI debidamente equipados, he saludado a médicos y enfermeras, y acto seguido me han llevado a la cama de Teresita que estaba junto a su madre Teresa. Un vendaje blanco rodeaba toda su cabeza, pero tenía la cara suficientemente descubierta como para percibir un rostro verdaderamente brillante y excepcional. La he saludado con todo afecto, indicándole que en ese momento venía en nombre del Sr. Cardenal Arzobispo de Madrid para traerle a Jesús.
Ahora os entrecomillo las expresiones de Teresita; me dice: “¿me traes a Jesús verdad?”, sí, le respondo, te traigo a Jesús y la fuerza del Espíritu Santo con la Unción. A continuación me dice: “¿Sabes una cosa? Yo quiero mucho a Jesús”. Lo oye su madre y dirigiéndose a su hija le dice: “dile a Ángel lo que tú quieres ser”. Mira fijamente a su madre y le dice: “¿Se lo digo de verdad?” y la mamá dice: “tú verás”. Teresita me dice: “yo quiero ser misionera”. Me impacta tanto su respuesta, totalmente inesperada para mí, que cogiendo fuerzas de dónde no tenía, por la emoción que me produjo su respuesta, que le digo: “Teresita, yo te constituyo ahora mismo misionera de la Iglesia, y esta tarde te traeré el documento que lo acredita y la cruz de la misionera”. Ella añade: “P. Ángel ¿sabes una cosa?: yo rezo para que muchos niños conozcan a Jesús”. A continuación le he administrado el Sacramento de la Unción, le he dado la comunión y la bendición apostólica del Papa Francisco. Ha sido un momento de oración, sumamente sencillo pero profundamente sobrenatural. Se han unido a nosotros algunas enfermeras que espontáneamente nos hicieron unas fotos, para mí totalmente inesperadas, y que quedarán como un recuerdo imborrable. Nos hemos despedido mientras ella con su mamá se quedaba rezando y dando gracias.
Esa mañana tenía una reunión de Arciprestazgo; en cuanto la terminé fui directamente a la Vicaría y ayudado por los secretarios Miguel y Mª Pilar, elaboramos el oficio de misionera bajo un pergamino verdaderamente precioso. Recogí la cruz de la misionera y a las cinco de la tarde regresé de nuevo al Hospital de La Paz. Me estaban esperando los capellanes y fuimos derechos a la UCI nuevamente. En cuanto me ve la mamá dice en voz alta: “Teresita ¡no me lo puedo creer! Viene el Sr. Vicario con el regalo para ti”. La niña que estaba medio dormida se despertó de inmediato y cogió entre sus manos el documento y la cruz. La mamá se lo lee en voz alta, mientras ella escucha atentamente y ocurre lo que nos imaginábamos, se emociona hasta que la madre la consuela, y Teresita dice en voz alta: “esa cruz pónmela en la barra para que la vea bien, y mañana la llevo al quirófano. Ya soy misionera”. Nos despedimos con estas palabras de Teresitas: “Entonces P. Ángel ¿soy misionera?”, y yo respondo “tú eres misionera”.
Aquí podría terminar el relato de esta sencilla y profunda experiencia. Lo que yo no me podía imaginar es que a través de los contactos de los padres, este testimonio llegó a oídos del Delegado Nacional de Misiones. Me llama al día siguiente y me hace esta pregunta: “¿tú has constituido en el Hospital de La Paz a una niña misionera?” efectivamente, le digo, “ayer después de darla la unción y la comunión, la constituí misionera con la oración preceptiva y posteriormente le llevé el documento y la cruz de la misionera”. A continuación me dice: “este testimonio ha dado la vuelta en todo el mundo misionero de España y ya han puesto a Teresita como una nueva protectora para los niños en misión”. Posteriormente los papás me han ido reenviando mensajes de distintas personas impactadas por el testimonio de Teresita.
Hoy domingo, 7 de marzo, a las 13:30 h. Teresita ha partido hacia el cielo. Se la ha velado en el Tanatorio de El Escorial. Estando rezando el Rosario con los papás y el aforo al máximo permitido, me ha llamado el Sr. Cardenal, D. Carlos Osoro, para hacerse presente. Han sido unas palabras llenas de esperanza que han consolado abiertamente a los padres, familiares y niños compañeros de Teresita. Ha concluido D. Carlos dando la bendición a Teresita de cuerpo presente y a todos los acompañantes.
Cuando he creído que estaba todo terminado, la tía de Teresita en voz alta y delante de todos en la sala del Tanatorio me dice: “P. Ángel ¿me permite que le ponga el audio que Teresita me envió el mismo día que usted la constituyó misionera?”. Por supuesto, respondí, y textualmente oímos con una voz muy suave, como de alguien que está cansado, pero que saca fuerzas de dónde no las tiene, y dice: “Hola tía, te cuento una cosa muy importante para mí, esta mañana después de recibir la Unción y la comunión, el Vicario de Madrid me ha constituido misionera: ya soy misionera”. Como os podéis imaginar quedé sin palabras.
El entierro será mañana día 8 de marzo a la misma hora que la Eucaristía por D. Tomás Juárez. Los padres han comprendido perfectamente que no pueda acompañarles físicamente. Estaré en la Misa de gloria que celebrarán a finales del mes de marzo.
Disculpad la extensión de la carta pero si este testimonio no lo comparto con los sacerdotes, vida consagrada y laicos de la Vicaría VIII ¿con quién lo voy a compartir?.
Os invito, pues, a que recéis por Teresita y, sobre todo, a que os encomendéis a ella porque estoy convencido que va a proteger de un modo especial a toda la Vicaría VIII, en la cual ella fue constituida misionera. Recibid un fuerte y fraterno abrazo».
Ángel Camino Lamela, osa.
Vicario Episcopal. Vicaría VIII