Yiós Valencia | Rocío Mataix: “Nuestros brazos serán los que abracen a Dios cuando estemos con Él”
LomásRC
Rocío Mataix, miembro del Regnum Christi de Valencia y estudiante universitaria, tras pasar por Yiós nos comparte que “hemos sido creados como unidad de cuerpo y alma, y que tenemos que glorificar a Dios tanto con un componente como con el otro”. Para ella es fundamental comprender que el cuerpo “no es solo algo físico: es un templo” que alberga el alma y que es un reflejo del amor de Dios.
Después de tu experiencia en Yiós, ¿cómo ha cambiado tu visión sobre el cuerpo humano y su conexión con Cristo y con los demás?
Después de reflexionar lo aprendido este fin de semana, me he dado cuenta de que nuestro cuerpo nos revela que somos hijos de Dios de múltiples formas. Nuestro ombligo (el cual tenemos todos) nos enseña que no nos hemos creado solos, que nacemos de una madre que nació anteriormente de otra y así hasta el principio de los tiempos. Somos criaturas de Dios, hijos de Dios, el cual nos creó a su imagen y semejanza y nos lo demostró al enviar a Jesús, que es la figura de hombre de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo), a formar una trinidad en la Tierra (Jesus María y José) en la que el resto de sus hijos nos vemos reflejados.
También debemos tener en cuenta que el cuerpo no es solo algo físico, es un templo. Es una forma tangible que nos permite acoger y entregar amor a los demás como reflejo de la belleza del amor de Dios. Es una forma de comunicarnos con el resto y, por ello, es importante que respetemos tanto nuestro cuerpo como el de los demás. Somos un Don y hay que tratarnos como tal.
Una mirada adecuada sobre el cuerpo nos descubre que hemos sido pensados por el Amor y para la Gloria. ¿Me puedes explicar esto desde tu experiencia?
Desde mi experiencia creo que siempre nos han enseñado que el alma nos muestra que hemos sido creados por Amor y que, purificándola, llegaremos a la Gloria del Señor. Sin embargo, hemos sido creados como unidad de cuerpo y alma, y tenemos que glorificar a Dios tanto con un componente como con el otro.
Cada cuerpo está personalizado hasta el punto de que, a través de él, mostramos nuestro verdadero interior. Con cada gesto y cada mirada tenemos el poder de amar u odiar al prójimo. No tiene sentido decir ‘te quiero’ mirando a otro lado y tampoco abrazar a alguien mientras le decimos lo mal que nos cae. Por todo esto, tenemos que aprender a cuidar el componente corporal, aprender a glorificar al Padre con este templo que nos ha regalado. Al fin y al cabo, nuestros brazos serán quienes abracen a Dios cuando estemos en su presencia.
¿Qué hay en Yiós que le debería interesar a cualquier joven de tu edad?
En mi opinión, es una formación muy completa que te enseña a entender a Dios desde algo tan humano como es nuestro cuerpo. Aprendes que hay una lógica detrás de que Dios nos haya creado y de que nos quiera de forma infinita. La verdad de quiénes somos y de a qué estamos llamados. Y, sobre todo, entiendes que vivimos en una sociedad que nos hace creernos muchas mentiras. Que en el origen no era así. Que el cuerpo no es solo carne y que no podemos tratarlo como tal. Y que nuestra verdadera vocación es el amor y la única forma que tenemos de encontrarnos a nosotros mismos.
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