Descanse en paz, Juan María Larrañaga, laico consagrado del Regnum Christi: “El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó; bendito sea el nombre del Señor”
LomásRC
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- Se le velará en el tanatorio de Pozuelo (Madrid), donde se celebrará una misa a las 13:00 h del 24 de diciembre
- Misa funeral (próximamente se publicarán fecha y lugar)
Juan María Larrañaga nació en Madrid el 12 de abril de 1967. Ya en su nacimiento enfrentó graves problemas de salud debido a la espina bífida. Su abuelo materno, consciente de la gravedad de la situación, lo bautizó a las pocas horas de vida. El 24 de junio de 1977 hizo su Primera Comunión en el colegio de Los Sagrados Corazones de Madrid, preparado por su madre y su tía Ana, religiosa de los Sagrados Corazones de Madrid.
En su adolescencia, Juan Mari se alejó de la práctica de la fe y pasó a considerarse agnóstico. Sin embargo, en una peregrinación a Lourdes de 1988, experimentó un inicio de conversión, que se intensificaría dos años después, en una segunda peregrinación a Lourdes en la que tuvo profundas conversaciones sobre la compatibilidad entre ciencia y fe, y acabaría por madurar algo después.
La primera etapa de su vida estuvo marcada por la rehabilitación física, llegando a alcanzar un notable grado de autonomía hasta que, en 1993, sufrió una crisis que lo dejó temporalmente inmóvil: «Durante las Navidades quedé hecho un muñeco de trapo. Tenía las articulaciones que, al más mínimo movimiento, veía las estrellas. Me hicieron toda clase de pruebas sin resultado. A finales de febrero de 1993 fui ingresado en la Unidad de Neurología del Hospital Puerta de Hierro de Madrid. Después de varios días y tras una serie de análisis, se me diagnosticó una inflamación en la médula a la altura cervical producida por un virus», contaba en un antiguo blog.
A partir de entonces, su salud irá deteriorándose, perdiendo movilidad y capacidad de expresión.
En su camino de reencuentro con el Señor y vuelta a la práctica de la fe, contó con el acompañamiento de personas del Regnum Christi, habiendo conocido a un legionario de Cristo en su primera peregrinación a Lourdes. En 1997 se incorporó al Regnum Christi.
En 2000, comenzó a discernir su vocación a la vida consagrada, sobre las que tuvo importantes conversaciones con el P. José Antonio Méndez, L.C. Tras varios años, en 2007 decidió dar el paso definitivo.
El 15 de diciembre de ese año se consagró a Cristo haciendo los votos privados de pobreza, castidad y obediencia, convirtiéndose así en laico consagrado del Regnum Christi. Este momento culminó un camino de entrega total a Dios, como contaba en una entrevista en 2013: «Tras seis años de tiras, novias y aflojas, tuve que decir como Jeremías: ‘Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir”» (Jr 20, 7). Hizo su renovación de votos el 26 de mayo de 2013 en la Asociación –hoy Sociedad de Vida Apostólica– Laicos Consagrados del Regnum Christi.
Para Juan María, “estar consagrado a Dios es como estar casado con Cristo y, por extensión, con toda la Iglesia universal, poniéndome a su servicio”, dijo.
«El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó; bendito sea el nombre del Señor”.
Por sus condiciones de salud, vivió su consagración desde su casa. Sufrió la pérdida de sus padres, pasando a vivir con la familia de su hermana, quien lo atendió en todo. El último año y medio le fue especialmente difícil por ver el deterioro de su salud y la dificultad para comunicarse.
Muy devoto de la Virgen María, en particular de Nuestra Señora de Lourdes, a cuyo santuario peregrinó múltiples ocasiones con la Hospitalidad de Lourdes, la última vez el pasado mes de octubre. Su celo apostólico le movía a preocuparse por su propia formación y por la de los demás, estudiando la Biblia y las diferencias entre la Biblia católica y la Biblia protestante.
Encomendaba en sus oraciones a sus familiares, amigos, conocidos, misioneros, personas necesitadas, interesado siempre en su bien espiritual. Buscaba contagiar ese celo a su alrededor. Con fe, desolación, paciencia y esperanza, repetía cada noche el versículo de Job: “El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó; bendito sea el nombre del Señor”.
A las puertas el Jubileo de la Esperanza
Los Laicos Consagrados del Regnum Christi y todo el Regnum Christi agradecen al Señor el don de Juan María a las puertas del Jubileo de la Esperanza, confiados en la promesa de la vida eterna, recordando el ejemplo de Juan María y sus palabras: “La virtud que más pido es la humildad, junto a la paciencia y la mansedumbre, ya que las considero propias de Jesucristo en la Cruz”.
Algunas entrevistas con Juan María puedes leerlas en las siguientes noticias:
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