- Primera parte de la entrevista al P. Enrique Tapia
- “Hay diócesis que no tienen medios ni profesores para formar a sus seminaristas”
- «Tiene que darse un largo proceso de discernimiento y de confirmación de varios años antes de asumir los compromisos definitivos»
- “Para PCIMME, lo importante no solo es que los seminaristas estudien Teología, sino que se formen bien como sacerdotes”
- “Discernimiento vocacional, claves para el acompañamiento según san Juan de Ávila” será presentado en Roma por monseñor Jorge Carlos Patrón Wong, secretario para los seminarios de la Congregación para el Clero, y por monseñor Juan Esquerda Bifet, profesor emérito de la Pontificia Universidad Urbaniana de Roma, el próximo 27 de enero.
Repasamos con él el servicio que ofrece el PCIMME, el proceso de renovación de los Legionarios de Cristo, las aportaciones este autor del Siglo de Oro, y el discernimiento vocacional.
¿En qué le ha ayudado el estudio de san Juan de Ávila para su actual ministerio en el Pontificio Colegio Internacional María Mater Ecclesiae?
Llevo 20 años dedicado la formación sacerdotal y religiosa y con San Juan de Ávila he aprendido muchísimo. Cuando uno lee por ejemplo el informe sobre el cardenal McCarrick, uno se pregunta por qué una persona así fue ordenada sacerdote. San Juan de Ávila hace en su momento una denuncia muy fuerte contra algunos sacerdotes y obispos de su época que eran indignos en cuanto a la vivencia del celibato o de la pobreza evangélica; él afirma que solo hay que ordenar a aquellos que reúnen los requisitos para vivir esta vocación con dignidad, y que hay que probarlos para ello.
San Juan de Ávila hace una denuncia muy fuerte contra algunos sacerdotes y obispos de su época que eran indignos en cuanto a la vivencia del celibato o de la pobreza
¿Puede señalarnos algunos ejemplos concretos?
Algunos datos ya los hemos mencionado anteriormente (leer primera parte de la entrevista), pero añado algo más. San Juan de Ávila para asegurar la madurez del candidato sugería que la edad mínima para ordenarse sacerdote fuera 30 años, de forma que los jóvenes tengan suficiente tiempo para deliberar su elección y ser probados en las virtudes sacerdotales. El Derecho actual de la Iglesia pide un mínimo de 25 años para ser ordenado sacerdote.
Otro elemento interesante es el tiempo de formación, y san Juan de Ávila lo pide no sólo para el sacerdocio sino también para la vida consagrada. En una de sus cartas escribe: “No les deje hacer voto de virginidad hasta que pasen años de oración sobre ello, porque no se deje livianamente lo que livianamente se tomó” (Carta 165).
Y en otro lugar: “Sería parte, y no pequeña, para el remedio que no se obligasen a este estado tan alto [el sacerdocio] en el fervor de su edad, como lo está a los dieciocho años, pues en la primera obligación está el mayor peligro. Cierto, conviene que sea más tarde, y cuanto más, mejor; porque tenga más tiempo para deliberar, y cuando se obligare, no esté la carne tan fuerte para ser vencida” (Memorial primero al Concilio de Trento, n. 36).
Por otro lado, estudiar a fondo el tema de la vocación y lo que dice San Juan de Ávila me ha ayudado a aclarar con cierta precisión las ideas y conceptos sobre la vocación, en concreto, qué significa vocación divina, idoneidad, recta intención, así como clarificar quiénes son los responsables del discernimiento vocacional y en qué momentos principales debe hacerse.
Usted es el rector del PCIMME, ¿podría explicarnos en qué consiste esta obra?
El Pontificio Colegio Internacional María Mater Ecclesiae fue creado por los Legionarios de Cristo en Roma para responder a una necesidad de la Iglesia, que es ofrecer a los obispos de todo el mundo un lugar donde uno o más de sus seminaristas puedan formarse integralmente, cerca del Santo Padre y en un ambiente universal.
Principalmente hay dos elementos que motivan la existencia de este seminario: por un lado, hay diócesis que no tienen medios, profesores ni formadores suficientes para formar bien a sus seminaristas. Por otro lado, la oportunidad de formase en Roma, donde están muchas de las mejores universidades eclesiásticas del mundo, y la cercanía al Papa, hacen de esta experiencia algo muy enriquecedor para la formación. Todo ello hace que los seminaristas tengan una experiencia de la Iglesia católica que no pueden tener en otras partes. Después de unos años en Roma, todos regresan a sus diócesis y pueden ofrecer a las mismas un servicio muy valioso.
Hay diócesis que no tienen medios, profesores ni formadores suficientes para formar bien a sus seminaristas
¿Y qué procedencia tienen sus seminaristas?
Vienen principalmente de América Latina, de la India y de África… Pero también tenemos algunos de Europa, como este año en el que tenemos a cuatro seminaristas de diócesis italianas y uno de Croacia. Actualmente tenemos 83 seminaristas; la pandemia ha reducido el número este año, pues el año pasado eran 100 seminaristas. Todos reciben una beca parcial, en la mayoría de los casos en torno al 80%.
¿Qué servicios ofrece el PCIMME?
El colegio ofrece casa para vivir, la universidad para estudiar, la comida… y lo más importante, el acompañamiento de los formadores y directores espirituales, y un ambiente de formación integral: vida espiritual intensa, conferencias formativas según la Ratio Fundamentalis Institutionis sacerdotalis, servicios comunitarios, deportes, etc.
Los seminaristas llegan aquí con los estudios de Filosofía hechos, y aquí comienzan los estudios de Teología. Acuden al Ateneo Pontificio Regina Apostolorum para el bachillerato, y los que después hacen una licencia, acuden a la universidad que el obispo les pide, según la especialización que vayan a hacer.
¿Cuál es la relación entre el PCIMME y la Santa Sede?
Como se trata de un Colegio Pontificio, mi nombramiento depende de la Congregación para el Clero a propuesta del director general de los Legionarios de Cristo. Trabajamos muy estrechamente con monseñor Jorge Patrón Wong, el secretario dedicado a los seminarios dentro de la Congregación para el Clero, con el que los rectores de Colegios Pontificios de Roma mantenemos reuniones periódicas. Por otra parte, nos regimos por la Ratio Fundamentalis Institutionis sacerdotalis que la Santa Sede publicó en 2016, así como por los Estatutos del Colegio te acabamos de actualizar.
¿Y qué otras obras tiene la congregación en Roma para atender a eclesiásticos?
Además del Colegio Pontificio Maria Mater Ecclesiae, el Instituto Sacerdos organiza actividades como el Curso internacional de Formadores de Seminarios que tiene lugar todos los años en el mes de julio, el curso de renovación espiritual para sacerdotes en Tierra Santa (dos veces al año) y, por supuesto, todos los servicios que presta el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum.
No basta que el candidato sienta que Dios lo llama, o que quiera seguir tal vocación, o que no haya impedimentos canónicos
En relación con el proceso de renovación de los Legionarios de Cristo, hablando del discernimiento de las vocaciones, ¿qué aspectos de este estudio nos pueden servir más?
Yo creo que podemos identificar varios elementos a los cuáles San Juan de Ávila hace referencia. El primero es el concepto de vocación divina que tenía el Maestro Ávila: se trata de algo algo que viene de Dios, algo grandioso, muy elevado, sublime y, por tanto, no es una mera elección humana o una simple profesión para ganarse la vida.
Muy unido a esto se encuentra la necesidad e importancia de hacer un buen discernimiento vocacional desde el inicio. No basta que el candidato sienta que Dios lo llama, o que quiera seguir tal vocación, o que no haya impedimentos canónicos. Tiene que darse un largo proceso de discernimiento y de confirmación de varios años antes de asumir los compromisos definitivos (votos perpetuos o sagradas órdenes).
Juan de Ávila, al igual que varios autores y el Magisterio de la Iglesia, según la investigación histórica que he hecho en mi tesis, es tuciorista respecto a la ordenación sacerdotal: ante la duda, se debe acudir a lo seguro. Si no se está seguro de que hay una vocación divina, mejor no asumir los compromisos definitivos. Más vale esperar.
Finalmente, insisto en que para poder ser un buen sacerdote o persona consagrada es fundamental la madurez humana desde todos los puntos de vista (psicológico, afectivo, etc.).
Sobre una buena base humana, decía el Maestro Ávila, la gracia de Dios y la formación harán de un joven un sacerdote “como Dios manda”. Si falta esa base humana, todos los esfuerzos serán inútiles.