Regnum Christi España

La Iglesia en 12 Semanas | Sin hogar | Natalia Zamora: “Cuando vas por la calle no ves a un sintecho, ves a alguien que espera el amor de Dios”

Natalia Zamora con bolsas de comida de Cristo de la calle

LomásRC

La Iglesia en 12 semanas propone que en una de ellas se ponga en valor el trabajo que realiza la Iglesia con las personas que no tienen hogar. Los jóvenes del Regnum Christi desarrollan una iniciativa llamada “Cristo de la calle”, en la que “lo valioso que llevamos es el compartir ese amor de Cristo que nosotros hemos vivido”. Nos lo cuenta una de sus responsables Natalia Zamora.

 

Cristo de la calle es una iniciativa surgida en el seno de Juventud Misionera. Más que repartir comida o ropa, que también, lo que sus miembros hacen es compartir un poco de su tiempo con los más necesitados. Cada persona que vive en la calle tiene un nombre y merece ser llamado por él. Cada una de estas personas tiene una historia y merece ser escuchada. Como nos cuenta Natalia se producen cambios en las personas: “Los corazones se ablandan y te cambia la mirada”. “Es muy heavy entender cómo puedes encontrar a Cristo en la Eucaristía y, al mismo tiempo, en una persona que duerme en las calles”.

 

Cada salida de Cristo de la calle es un encuentro con Cristo en los más pobres de la ciudad
Cada salida de Cristo de la calle es un encuentro con Cristo en los más pobres de la ciudad.

 

¿Cómo ves la influencia de la fe y el carisma del Regnum Christi en Cristo de la calle?

Creo que el carisma de Regnum Christi en este apostolado es vital porque cuando vemos lo que hacemos puede no parecer mucho -a lo mejor un bocadillo no hace la diferencia en la vida de una persona-, pero al ponerlo a la luz de la fe y del apostolado nos damos cuenta que lo valioso que llevamos es el compartir ese amor de Cristo que nosotros hemos vivido. A través de la fe, yo recibo ese amor de Cristo y a través del carisma yo salgo, y eso es lo que realmente comparto con mi tiempo y con mis acciones. Sin la fe y sin el carisma del Regnum Christi quedaría vacío, un poco cojo el sentido de lo que hacemos, pero a la luz de ello toma sentido.

Con lo poco que yo le doy, Él lo podía multiplicar para decirle a una persona cuánto es amado por Cristo

¿Cómo ha sido tu experiencia en Cristo de la calle desde que empezaste?

Desde que empecé la experiencia fue una mezcla de emociones. Desde impactante, de enfrentarme con mi pequeñez, o sea, una impotencia de decir cuánto me gustaría poder hacer un cambio real en la vida de estas personas y cuán pequeña me veo yo misma para hacerlo. Y, al mismo tiempo, una experiencia muy reveladora justo de eso que hace Cristo a través de nosotros, los panes y los peces, de entender que no era yo la que podía hacer un cambio y que, a lo mejor, yo no iba a ser capaz de ver un cambio tangible en este mundo, sino que era Él el que realmente era capaz de hablar en mí.

 

Y con lo poco que yo le estaba dando, una tarde del mes, mis manos y mi tiempo, Él lo podía multiplicar para valerse de eso y decirle a una persona cuánto es amado por Cristo. Una experiencia impactante, a veces de impotencia y siempre una gran revelación.

 

Miembros de Cristo de la calle con un grupo de sin techo en Madrid
Miembros de Cristo de la calle con un grupo de sin techo en Madrid.

 

¿Puedes compartir alguna historia o anécdota que te haya impactado mientras acompañabas a las personas que viven en la calle?

Pues en mi segundo Cristo de la Calle, era invierno, salimos con los bocadillos de siempre al encuentro. Recuerdo que nos sentamos a hablar con una persona y estar un buen rato. En algún punto de la conversación preguntarle qué era lo que necesitaba, y él nos dijo que unos calcetines porque no tenía. Entonces una amiga y yo fuimos a comprar unos calcetines a una tienda que había enfrente, bastante acolchados, de esos que se venden en invierno, y se los llevamos.

 

Nunca voy a olvidar la ilusión en sus ojos por recibir unos calcetines. Era un amor tan grande por los calcetines que luego solo me impulsaba a dar más. Yo traía una bufanda en el cuello, y sin pensarlo, algo me impulsó a darle la bufanda y se la di. Él se volteó a verme con todavía más ilusión y darme un abrazo.

 

A día de hoy siempre regreso a esta experiencia. Yo sé que él recibió unos calcetines y una bufanda, pero yo recibí mucho más, mucho, mucho, mucho más. Una mirada llena de ternura y agradecimiento, que me recuerda ese amor de Cristo, que no se queda quieto, que entra en dinámica de dar y recibir, y de dar y recibir, y de dar y recibir constantemente.

Él recibió unos calcetines y una bufanda, pero yo recibí una mirada llena de ternura y agradecimiento, que me recuerda ese amor de Cristo que no se queda quieto

¿Qué cambios has observado en las personas que acompañas y en ti mismo desde que empezaste este apostolado? ¿Vale la pena?

Definitivamente vale la pena, lo digo al cien por cien. Los corazones se ablandan y te cambia la mirada. Cuando vas por la calle ya nunca eres indiferente a lo que ves. Ya no ves a alguien que no tiene techo, sino a alguien a la espera de recibir el amor de Dios. Te quitas cualquier prejuicio y además cuando estás fuera del apostolado no ves a alguien que no tiene techo, ves a una persona, y lo único que quieres es acercarte, porque sabes que detrás de esa persona hay una historia, hay una mirada, hay algo que te espera. El cambio más grande es un cambio en la mirada, de entender al otro como don y de reconocerte a ti mismo como don.

 

Un grupo de jóvenes de Cristo de la calle en la entrada de la colegiata de san Isidro, punto de encuentro y de organización de Cristo de la calle
Un grupo de jóvenes de Cristo de la calle en la entrada de la colegiata de san Isidro, punto de encuentro y de organización de Cristo de la calle.

 

¿Nos podrías sugerir un pasaje del Evangelio, o una canción, o una frase del Papa… que te motive en el día a día para seguir en Cristo de la calle?

En Mateo 25, 40 se habla de cómo aquello que hiciste a cualquiera de tus hermanos, especialmente al más pequeño, lo hiciste a Cristo. Cuando entiendes que en ese ser humano sales al encuentro de Cristo mismo, es muy heavy. Es muy heavy entender cómo puedes encontrar a Cristo en la Eucaristía, en la custodia más bonita, que le han puesto cada detalle, más ornamentada, más especial, y al mismo tiempo lo encuentras en una persona que duerme en las calles de Madrid, con poco ornamento, pero con una mirada llena de Él.

 

Y hay una canción que se llama Misionero de Humildad, de Kairos, de un grupo de Regnum Christi de México, que me encanta. Siempre que la escucho me recuerda muchísimo el porqué hacemos esto. En una parte hay palabras del Papa Francisco que recalcan la importancia de, como juventud, salir, ser proactivo, no quedarte en el sofá, de coger el hoy que nos ha sido entregado con iniciativa, con valentía y, como María, ponerte en plan en camino.

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