El Camarlengo. Él es encargado de certificar oficialmente la muerte del pontífice, sellar sus aposentos, custodiar las propiedades vaticanas y administrar los bienes temporales del Vaticano durante la sede vacante.

En el caso de Papa Francisco, en la noche del lunes 21 de abril, a las 20:00 horas, se llevó a cabo el rito de constatación de su muerte por parte del Cardenal Kevin Joseph Farrell, Camarlengo de la Santa Romana Iglesia, conforme a lo establecido en el Ordo Exsequiarum Romani Pontificis (nn. 21-40). El acto tuvo lugar en la capilla de la Casa Santa Marta, donde, tras la confirmación del fallecimiento, se procedió a la deposición del cuerpo en el féretro.

Junto al Camarlengo, estaban citados el Decano del Colegio Cardenalicio, familiares del papa Francisco, y los responsables de la Dirección de Sanidad e Higiene del Estado de la Ciudad del Vaticano.

Una vez confirmada oficialmente la muerte del Papa tienen lugar tres “estaciones”.

1. Capilla de Santa Marta. Una vez confirmada su muerte, el cuerpo del Papa Francisco es colocado en el ataúd dentro de la capilla de la residencia donde vivió sus últimos años, la Casa Santa Marta, dando inicio al protocolo funerario.

2. Exposición en la Basílica de San Pedro. El féretro será trasladado a la Basílica de San Pedro, el miércoles 23 de abril, a las 9:00 hrs., donde los fieles podrán rendir homenaje al Pontífice en un ambiente de recogimiento, sin adornos solemnes ni estructuras tradicionales como el catafalco.

3. Entierro fuera del Vaticano. Siguiendo su voluntad personal, el Papa Francisco será enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma, un lugar especialmente significativo para él por su profunda devoción mariana.

El funeral del Papa Francisco tendrá lugar el 26 de abril en la Plaza de San Pedro, a las 10 de la mañana. La liturgia exequial será presidida por el Cardenal Decano, Giovanni Battista Re. A continuación, el féretro será trasladado a la basílica de San Pedro y, desde allí, a la basílica de Santa María la Mayor para su inhumación.

El gobierno de la Iglesia queda confiado al Colegio de los Cardenales solamente para el despacho de los asuntos ordinarios o de los inaplazables, y para la preparación de todo lo necesario para la elección del nuevo Pontífice. (Universi Dominici Gregis n. 2)

Para ello se crean las congregaciones generales y las particulares.

Durante la Sede vacante tendrán lugar dos clases de Congregaciones de los Cardenales: una general, es decir, de todo el Colegio hasta el comienzo de la elección, y otra particular. En las Congregaciones generales deben participar todos los Cardenales no impedidos legítimamente, apenas son informados de la vacante de la Sede Apostólica.

La Congregación particular está constituida por el Cardenal Camarlengo de la Santa Iglesia Romana y por tres Cardenales, uno por cada Orden, extraídos por sorteo entre los Cardenales electores llegados a Roma. La función de estos tres Cardenales, llamados Asistentes, cesa al cumplirse el tercer día, y en su lugar, siempre mediante sorteo, les suceden otros con el mismo plazo de tiempo incluso después de iniciada la elección. (UDG n. 7)

En las congregaciones generales se tratan temas de especial importancia. Entre ellas:

1. a) Establecer el día, la hora y el modo en que el cadáver del difunto Pontífice será trasladado a la Basílica Vaticana, para ser expuesto a la veneración de los fieles;
2. b) disponer todo lo necesario para las exequias
3. c) preparar la Capilla Sixtina y la Casa Santa Marta;
4. d) encargar dos meditaciones a eclesiásticos preparados sobre los problemas de la Iglesia y la elección iluminada del nuevo Pontífice. Una de ellas será justo antes del inicio del cónclave.
5. e) aprobar los gastos;
6. f) leer el testamento si lo hubiere;
7. g) anular el Anillo del Pescador y el Sello;
8. h) fijar el inicio de las votaciones. (UDG n. 13)

En las Congregaciones particulares deben tratarse solamente las cuestiones de menor importancia que se vayan presentando diariamente o en cada momento. Si surgieran cuestiones más importantes deben ser sometidas a la Congregación general. (UDG n. 8)

Fundamentalmente, simplifica muchos de los ritos. Algunas de las novedades introducidas están la constatación de la muerte ya no en la habitación del difunto sino en la capilla, la deposición inmediata dentro del ataúd, la exposición a la veneración de los fieles del cuerpo del Papa ya dentro del ataúd abierto, y la eliminación de los tradicionales tres féretros de ciprés, plomo y roble.

Desde el momento en que se produce el fallecimiento del Papa, la Iglesia cuenta con una normativa detallada que regula cada paso del proceso, tanto en el plano litúrgico como organizativo. Esta regulación se apoya en varios documentos clave:
• El ritual litúrgico Ordo exsequiarum Romani Pontificis, cuya última edición data de 2024. Este ritual regula las exequias del Papa fallecido.
• La Constitución Apostólica Praedicate Evangelium, publicada también por el papa Francisco en 2022, aborda la reforma de la Curia Romana. Su temática es más amplia, pero algunos de sus artículos sí afectan al periodo de sede vacante.
• Y finalmente, la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada por san Juan Pablo II en 1996, aunque con algunas modificaciones de Benedicto XVI. Es el texto principal que describe cómo debe llevarse a cabo el período de sede vacante y, sobre todo, el procedimiento para la elección del nuevo Papa.

El escudo de la Santa Sede durante la sede vacante está compuesto por dos elementos principales: el conopeo y las llaves cruzadas de San Pedro. El conopeo, con franjas rojas y doradas, representa la autoridad papal en espera y simboliza el cuidado pastoral de la Iglesia, incluso en ausencia de un Papa.

Las llaves cruzadas, una de oro y otra de plata, representan el poder que Cristo confió a San Pedro y que la Iglesia conserva a lo largo de la historia. Aunque el Papa ha fallecido o renunciado, las llaves recuerdan que la sucesión apostólica continúa y que el ministerio petrino sigue vivo en la Iglesia.