• Seminario sobre la mujer del Reino, 23 al 25 de mayo | P. Arturo Díaz, L.C.: “Cada mujer del Regnum Christi está llamada a convertirse en esperanza contagiosa”

“Sé de quién me he fiado”. Sonia repite con frecuencia esta frase de San Pablo, porque resume su esperanza profunda en Dios y la experiencia de haber visto cumplida esa promesa en su propia vida. Sonia es miembro del Regnum Christi de Madrid y está unida espiritualmente desde hace más de diez años a la “Tierra mística de Ávila”, donde es voluntaria en el Monasterio de la Encarnación de las carmelitas. Por lo demás, nos cuenta que su principal apostolado es su familia y también dedica su tiempo a colaborar con la Fundación de Clausura para dar a conocer la vida contemplativa.

¿Qué te motivó personalmente a inscribirte en esta segunda edición del Seminario de la Mujer del Reino?

Hace tiempo que reflexiono mucho sobre el papel de la mujer en la sociedad, en lo urgente de recuperar el alma femenina. Este seminario habla de la mujer del Reino y además de la virtud de la Esperanza, el mejor “ancla”, cómo nos decían, para vivir caminando hacia el cielo. Se conjugaban dos temas que están presentes en mi corazón hace mucho tiempo. Además una querida amiga de mi hermana y mía está viviendo  una realidad muy dura en este momento. Teníamos la “Esperanza” de poder ir con ella y vivir este fin de semana juntas. Así nos lo ha concedido Dios.

La Esperanza cristiana claramente es contagiosa porque “es verdad”.

Entonces, ¿qué significado ha adquirido para ti la Esperanza después de vivir este encuentro en Ávila?

Me ha gustado muchísimo meditar sobre las características de la Esperanza cristiana y las características de las esperanzas “mundanas”. La Esperanza cristiana es independiente de las circunstancias, da sentido a todo, las alegrías, las tristezas, a lo ordinario y a lo extraordinario, tiene el “poder” de transformarlo todo en un camino de plenitud y felicidad verdadera.

¿Hubo algún momento, testimonio o actividad del seminario que te haya tocado de forma especial o que te ayudó a renovar tu fe?

Sin duda alguna, ver a esta amiga que comentaba anteriormente sobreponerse cada minuto y cada hora en un momento tan difícil como el que está viviendo sostenida precisamente por una Esperanza que sólo Dios puede darnos.

En el seminario hemos vivido verdaderamente un ambiente en que la Esperanza nos llevaba a todas donde Él quería. Me parecía clara su presencia entre nosotras.

¿Cómo piensas irradiar en tu vida cotidiana -familia, trabajo, apostolado…- esa “esperanza contagiosa” a la que nos invitaba el seminario?

Me acuerdo constantemente de esa oración, porque para mí es toda una oración de San Pablo “Sé de quién me he fiado”. Revivo en mi propia vida tantas veces en las que se ha hecho realidad esta frase. Estos días nos animaban a meditar tantas ocasiones en las que Dios nos ha sostenido, no ha guiado, nos ha llevado de su mano, tantos momentos en los que también nosotros hemos confiado en Él y que nos  han generado Esperanza, Paz y Alegría. Ese es el impulso que siempre hay que buscar en el corazón para irradiarlo a nuestra alrededor.

La Esperanza cristiana claramente es contagiosa porque “es verdad”.

¿Qué te ha aportado compartir estos días con otras mujeres del Regnum Christi y cómo valoras el sentido comunitario de esta experiencia?

¡Podría escribir tanto sobre esta pregunta! Ha sido tan bonito estar juntas, poner el alma encima de la mesa, hablar, compartir, conocernos más, querernos más, reír, llorar… Todo era fácil, lo que necesitaba una, lo que quería otra…. Verdaderamente un ambiente en que la Esperanza nos llevaba a todas donde Él quería. Me parecía clara su presencia entre nosotras.

Yo llevaba un cuaderno que cogí de casa para apuntar y que tenía la siguiente frase impresa “Existe un mundo que todo el mundo quiere que exista”. Ese mundo estuvo ese fin de semana en Burgohondo.